martes, 28 de diciembre de 2010

Segundo Domingo de Navidad

Dejad de escuchar voces en el desierto
La Palabra susurra en vuestro oido, ¡ojalá escuchéis hoy su voz!


Ec 24, 1 - 2. 8 - 12     ( "Habita en Jacob, sea Israel tu heredad" )
Salmo 147                  ( La Palabra se hizo carne )
Ef 1, 3 - 6. 15 - 18      ( El Dios de nuestro Señor Jesucristo
                                      nos dé espíritu de sabiduría )
Jn 1, 1 - 18                  ( En la Palabra había vida 
                                      y la vida era la luz de los hombres )

¿Quién sabrá dar una palabra sabia de buen consejo;
una palabra amiga que nos devuelva a la vida;
una palabra?
Pues solo una palabra suya bastaría.

Andan, y me quejo, los predicadores más preocupados en mostrar su saber que en proclamar la Buena Palabra: Dios es nuestro Padre.
Y por lo tanto somos carne y sangre de su Carne y de su Sangre.
Dios no solo entre nosostros sino con nosotros, en nosotros.
Lo demás son voces en el desierto.
La Palabra se gloría en la sabiduria revelada a los pobres, a los necios del mundo.
Dichoso el que se sienta amado por el Amigo y sea capaz de amar como El nos ha enseñado
Pues en esto consiste la Ley y los Profetas.
No busquéis a Dios en vuestra sabiduria, no es la suya.
Buscad al Hijo, Único por estar en el seno del Padre como sólo El sabe; único por ser quién, sólo El, nos lo da a conocer... y saborear

¡Feliz año nuevo!
al + mc

martes, 21 de diciembre de 2010

Un niño se nos ha dado

Un niño se nos ha dado... como salvador del mundo
Un niño... ¿cómo?
¿Será su inocencia, su candor, su alma limpia de adultas pasiones?
¿Nos moverá su necesidad de amor, de protección, de alimento, de unos padres, de una familia, de tí y de mí?
¿Nos rescatará su ternura, la empatía que sintamos por él?
Un niño... ¿por qué?
Sólo un niño es capaz de perdonar del todo; sin que quede en él rastro
de venganza o resquemor; enteramente; sin más condición que empezar de cero, empezar de nuevo; volver a nacer a nacer cada vez que sea preciso:
y sentirse necesitado pero amparado
Un niño se nos ha dado
Porque un niño es:
Fe en un mañana que llega con él
Esperanza de un presente mejor, y
Amor ya compartido





La foto está tomada de Imágenes de Google y dice pertencer a
 JESÚS VALLE JULIÁN de Fotolog.com

viernes, 17 de diciembre de 2010

Cuarto Domingo de Adviento

Is 7, 10 - 14            (El Señor, por su cuenta, os dará un señal)
Salmo 23                 (¿Quién puede estar en el recinto sacro?)
Rm 1, 1 - 7              (Jesucristo, nuestro Señor)
Mt 1, 18 - 24           (Dios con nosotros)

Aún a sabiendas que no debo interpolar nuestra forma occidental de pensar y actuar con las oriente y mucho menos de hace más de dos mil años, me cuesta creer (aunque sólo sea por mi vanidad de creerme un amante esposo) que José, al que la Palabra califica -como a muy pocos otros hombres- de justo, fuera a ser simplemente un marido apalabrado por las mutuas familias. Que no albergase un hondo y sincero amor por su futura esposa.
¿Cómo reacciona un hombre enamorado ante la aparente traición de su amada? No creo yo que "con justicia".
Pero he aquí que la Palabra nos dice de José que era un hombre justo... y no quería repudiarla.
¿Qué tiene que ver la justicia con el querer, con el sentir?
Para nosotros, el deber de anteponer "lo justo" a todo sentimiento es primordial y exigencia; incluso a los que creemos más grandes que nosotros mismos; incluso al amor. Y nos convertimos en esclavos de la injusta legalidad que, en todos los tiempos, en todas las culturas, intenta imponer la condena... sobre el mismisimo perdón que nos brinda el Salvador.
El perdón y sobre todo un perdón gratuito, sin prenda ni sacrificio por nuestra parte (o de parte de nuestro chivo espiatorio) nos escandaliza.
Al propio evangelista parécele escandaloso que José aceptara sin más a María, porque, fuese de quién fuese el niño que esperaba, él la quería. En su cultura, debía repudiarla... aunque fuera en secreto. Pero ello, no evitaría que el embarazo de María siguiese adelante... y con él finalmente la condena no se evitaría. Sí la vergüenza de José, su honor estaría a salvo de la "justicia popular"; sólo María moríria por adúltera
Y ¿a esto llama "justo" la Palabra?
La Palabra es Amor. Y José fue justo porque amó a María; porque llevó a su mujer consigo, no solo ante los hombres -a su casa-, sino donde ha de llevarse a la persona amada: en el corazón, donde ninguna otra razón que el amor manda.
Ahí, donde empieza y tiene significado "Dios-con-nosotros"
La concepción de Jesús pudo haber sido de otras maneras más grandilocuentes, al parecer del mundo
Pero Dios-con-nosotros sólo nace cuando dos o más se aman sinceramente, se escandalice quien se escandalice

Nos vemos ante el Portal
al + mc

viernes, 10 de diciembre de 2010

Tercer Domingo de Adviento (y Nuestra Señora de Guadalupe)

Is 35, 1 - 6a. 10   (Volverán los rescatados del Señor (...) Pena y aflicción se alejarán)
Salmo 145            (Ven, Señor, a salvarnos)
St 5, 7 - 10          (No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados)
Mt 11, 2 - 11       (Id a anunciar -a Juan- lo que estáis viendo 
                             y oyendo:
                             (...) ¡Y dichoso el que no se escandalizce 
                             de mí)

¿Quién verá la gloria del Señor, su belleza?
Los apóstoles, los profetas, los santos, los mártires, los doctores de la Iglesia... sin duda la verán. Los últimos, pero la verán
Pues suele ocurrir que las personas más grandes y voluminosas dificultan la visión a los más pequeños cuando se les ponen delante
¿Y quiénes son los más grandes a la hora de ver al Señor, más aun que los apóstoles, que los profetas, que los mártires, más aun que el propio Juan el Bautista, el "más grande hombre nacido de mujer"?
Sin duda, los rescatados del Señor. Aquéllos que el mundo condenó al desierto y al yermo; aquéllos a quienes castigamos a vivir en el páramo y la estepa de nuestro desprecio: los cojos, los ciegos, los mudos... aquellos que decimos ser rechazados por el Señor pero El nos insiste en que son sus predilectos. Los nacidos del agua y del Espíritu que volvieron al vientre de su Madre Iglesia y desde ella nacer al hombre nuevo, éstos, los ciegos que ven, los inválidos que andan, los leprosos ahora limpios e inmaculados... los que no se escandalicen del Hijo que anúncia el eterno e infinito amor del Padre serán los primeros en verlo y vivirlo
En este sentido, el Bautista no es que dude si es Jesús el que ha de venir. Juan vive en el desierto como nadie nacido de mujer ha logrado VIVIR. El profeta ha visto la gloria y la belleza del Señor. Pero, ¿y sus discípulos? ¿y nosotros? Es por ello que les envía a Jesús, que nos envía a Jesús
En esta Navidad, el más pequeño, una frágil e indefensa criatura, nos recordará quién es el más grande en el Reino.
¡No nos escandalicemos de ello!


Mucho cariño a mis hermanos que celebran la solemnidad de nuestra Señora de Guadaluoe

lunes, 6 de diciembre de 2010

Humana Concepción

Me cuesta admitirlo. De siempre.
¿Cómo Dios Padre puede tener preferencia por una determinada criatura?
De tenerla, leemos en los Salmos y el Maestro así nos lo enseña, será por el pobre, por el necesitado...
Y, ¿debemos considerar "pobre" a la Madre Inmaculada? ¿"Necesitada", tal vez?
Iré más lejos en la pregunta: ¿Consideraríamos "pobre y necesitado" a Jesucristo, especialmente cuando pendía de la cruz?

Quiero creer que sí. Tanto como cualquier humano que jamás exista. Creo firmemente que sí.
Y por eso la Madre pudo abiertamente preguntar "¿cómo será eso?" pues no sabía
Y por eso el Hijo pudo dolorosamente exclamar "¿por qué me has abandonado?" pues así sentía

Pues Dios Amor, por cualquiera de sus criaturas, (y Jesús, en cuanto humano, así también  es amado) no duda en "abandonar" al rebaño e ir a la búsqueda de la extraviada. Este es el privilegio de una y de cada una de sus amadas ovejas.

Por eso me rebelo cuando me alejan de mi Madre llevándola a cielos "como dios manda"
¡NO! También pretenden lo mismo con la criatura que sí puede llevarnos a todos al Cielo prometido... pero solo desde el portal de la inmaculada humanidad. Pero vestimos al niño de oro y joyas "también como dios manda" pese a que Dios Padre nos lo entregó pobre y necesitado. Para nada "envió" a un privilegiado que nos rescatara de nuestras "muchas manchas". Nos dejó tratarle, de hecho, como solemos hacerlo "con uno de tantos": preguntándose por qué, habiendo amado tanto, moría odiado, tanto que creyérase abandonado... incluso del que le había hecho sentirse Hijo predilecto

Yo preferiría quedarme muy en tierra, en los brazos cálidos de una mujer que no teme perder su virginidad (en un mundo marcadamente machista y cruel) de una forma que no puede entender (¿cómo va a ser eso?); pero no le importa: más grave es la posibilidad muy cierta de perder la vida... y la del niño, por mucho que el mismo Dios lo hubiese engendrado. No hay privilegios frente a la locura infrahumana
María simplemente necesitaba amar tanto como sentíase amada por el Padre: "Hágase en mí según tu Palabra". Cristo simplemente necesitaba amar tanto como sentíase amado por el Padre: "Todo está cumplido..." según estaba escrito por la Palabra.
¿Dos seres excepcionales, que llevar a los altares... o dos humanas concepciones de cómo dejar que el Amor del Padre inunde nuestros corazones? (Podríamos hablar también de José, tan injustamente tratado por el machismo que marcaba la época y que "obliga" al evangelista a justificar que debiera repudiar a María "en secreto" cuando de sobra está probado su amor por ella y su necesidad del amor de ella)
Así pues, no puede tratarse de resaltar -sin más- la pureza, desde su nacimiento, de María. Ni la divinidad de nuestro Maestro. ¿De qué podría servirnos tal ejemplo inalcanzable e inimitable?
Aprendamos, yo quiero creerlo así, que la única y divina concepción virginal que el Padre pretende en todos y cada uno de nosotros, no es una pureza que finalmente -o inicialmente- puede ser perdida. No; Dios Padre nos quiere de una pureza que necesite ser eternamente alimentada, renovada como chorro de agua viva en la fuente de su gracia, en el manantial de su eterno e infinito Amor.
Tal pureza no debemos tratar de entenderla: ¿cómo, siendo barro, albergaremos el Espíritu de Dios?
Digamos ¡sí!, bebamos sin temor de su Cáliz que El hará concebir en nosotros el resto

En esta humana concepción, Madre, llévame en tus brazos a beber de la fuente en la que saciar mi tan necesitado amor de Dios

Nota.- No sé si este ensayo está del todo equivocado. Pudiera ser. Solo pretende ser un homenaje a la mujer que no dudó en entegar su virginidad, lo más bello de sí -su pureza- para que nadie pueda sentirse concevido para el pecado, para la muerte. Si no que por la renuncia de lo más valioso de su ser, alcanzaramos todos a concebir una vida nueva llena de gracia por medio de la Vida a la que ella dijo sí
Lo de menos es desde cuando lo dijera (si en el "momento" de nacer o quizás, más plenamente, el día de la anunciación)