jueves, 29 de septiembre de 2011

Vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario

Is 5, 1 - 7  ("... sed jueces entre yo y mi viña")
Salmo 79   ("Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos")
Flp 4, 6 -9 ("...Y el Dios de la Paz estará con vosotros")
Mt 21, 33 - 43 ("... es un milagro patente")

"Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a su tiempo"
Si; indiscutiblemente así pensaba -y actuaba- un judío en la época de Jesús (judío también él)
Así, inexorablemente, seguimos pensado los que pretendemos ser sus testigos, sus incondicionales discípulos
Pesando en un Dios castigador... de los otros
Creyendo que la viña no tiene que ver conmigo sino en su fruto... para embriagarme rehuyendo la realidad
Cristo nos presenta a un Padre bondadoso, misericordioso
Ante la muerte de su Hijo... ante la muerte de tu hijo... ¿reaccionarías pidiendo venganza?
¿Te consolaría acaso a tí la promesa de una ganancia futura la eterna ausencia de un hijo?
Sin embargo el mundo promete ganacias tales. Y le creemos. Y alzamos altares. Y ofrecemos en ellos toda nuestra avaricia, nuestro egoísmo, nuestra vanidad... que jamás podrán confortar una pérdida tal.
Solo la Paz, semilla del Amor, puede consolar de tal manera
Y solo el infinito y eterno Amor del Padre puede restaurar, volver a la vida, la esperanza perdida. Incluso la que significa un hijo perdido
Ciertamente, un milagro patente

En el Amigo
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viernes, 23 de septiembre de 2011

Vigésimo sexto domingo del tiempo ordinario

Ez 18, 25 - 28  ("Si recapacita y se convierte...")
Salmo 24          ("El Señor enseña el camino a los pecadores...
                           ... enseña su camino a los humildes...)
Flp2, 1 - 11      ("Si querésis darme el consuelo de Cristo")
Mt 21, 28 - 32 ("¿Quién hizo la voluntad del Padre?")

Recapacitar... convertirse.
Todos somos pecadores; algunos "más persistentes y obstinados" que otros. Pero difícilmente se excluyen entre sí los términos "hombre" ("mujer") y "pecador" ("pecadora")
Si eso lo tengo claro, más aún la infinita bondad y paciencia de nuestro Padre hacia nosotros; más aún la eterna determinación del Maestro de instruirnos en sus caminos.
El "problema" es nuestro: no querer recapacitar; no sentir necesidad alguna de cambio. Los "otros" sí, claro; y "deben" hacerlo. Pero "nosotros" que somos "leídos y escribidos" no toleraremos que ningún nazareno nos muestre sus senderos (y menos tan estrechos); ¿convertirnos... ¡de qué!?
El Señor enseña el camino a los pecadores; hace falta sentirse humano, débil, desconsolado y desesperado por creer haber perdido la posibilidad de convertirse... y sin embargo ansiar el perdón; más aun ¡osar a desear sentirse resturado en humanidad, restituido en dignidad!
El Señor enseña su camino a los humildes.
Y temo que los cristianos, por ello, nos estamos alejando de su camino
Estamos ensoberbecidos por creernos los justos, los defensores de la vida, los dueños de la verdad
Nos contamos por millones, incluso de jóvenes; alardeamos de ello
Si en verdad fuésemos tantos... ¡seríamos los cristianos los más hipócritas de las criaturas! ¡Diríamos lo que no hacemos!... ¿Dónde están los millones de jóvenes impidiendo el linchamiento que acaba de consumarse en EEUU?... ¿Dónde los millones (contra los pocos miles de "ateos") que venden la muerte con la que este mundo pretende esclavizarles y lo entregan todo por dar y ganar vida para el bien llamado "cuerno de África" y para ellos mismos? Y la última pregunta ¿qué número hago yo?
Necesitamos la humildad, sobre todo nuestros dirigentes, de admitir que no lo estamos haciendo bien. Que no somos tantos. Y los que estamos ni somos buenos ni ya tan jóvenes (que los hay; muy afortunadamente; ¿y muy a pesar de...?). Necesitamos sentirnos pecadores y reconocerlo abiertamente. Con dolor; pero sin rabia. Con miedo, quizás... pero con esperanza. Ocultar, querer negar (y aferrarse al poder) solo traerá más dificultad, más muerte...
Ciertamente hay muy pocos humanos verdaderamente santos (lo que incluye la humildad) que no necesitan conversión. El resto, vaya que sí. Depende de nuestro orgullo y nuestra vanidad admitirlo
Puedo decir y aparentar muchas cosas. Pero solo una respuesta es importante: 
¿Hago la voluntad del Padre?

En el Amigo
al + mc




martes, 13 de septiembre de 2011

Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario

(Hoy os comparto la primera canción que escribí, hace casi 25 años, cuando al mediodía de mi vida el Señor tuvo a bien decirme qué haces ahí... sin ganarte el pan
¡dale al play!, por favor)



Is  55, 6 - 9   ("Como el cielo es más alto que la tierra,
                      mis caminos son más altos que los vuestros...")
Salmo 144     ("... el Señor es bueno con todos")
Flp 1, 20c-24. 27a   (" Lo importante es que vosotros llevéis
                      una vida digna del Evangelio de Cristo")
Mt 20, 1 - 16 ("El reino de los cielos se parece a un 
                        propietario que salió al amanecer...")

¡Qué distintos los planes del mundo y los planes de nuestro Padre Celestial!
Tanto como lo es la vida de la muerte
El mundo reclama de cada uno de nosotros un ¡has de ganarte la vida!.
Sin importarle si sabrás hacerlo o trampearás en el intento.
Sin afectarle si podrás hacerlo o morirás en el intento.
A nuestro Padre Celestial sí le importa que sepamos ganarnos nuestro pan de cada día.
Y que podamos hacerlo; a diario
Porque con y por el Pan de cada día, no valen trampas, ni excusas, ni escaqueos.
Todos debemos ir a trabajar la viña de nuestro Señor, laborar y edificar nuestra Vida.
Pretender cobrar más o tener más mérito por nuestro trabajo es pretender hacer razonable a Dios, esto es, que entre en razón... en nuestra razón
Es querer ganarnos la vida... y no Su Amor
Olvidando que Dios cabe en nuestra humanidad por pura iniciativa suya de esta razón
Solo por amor, ¡qué sinrazón para nuestros siempre prácticos e interesados corazones!
Por eso los que más razonamos somos lo que peor amamos
Porque nuestro más grande o sutil descubrimiento cabe en el pequeño frasco que somos. Como el más caro y oloroso perfume... que nada puede competir con las lágrimas de dolor para lograr el perdón
No así el amor que compite en infinitud y eternidad con la mismísima Trinidad
Construir el Reino de los Cielos en este mundo empezaría por cambiar currículos:
Nada de ganarte la vida... has de ganar tu diario Pan
Y la primera, vendrá, abundante, por añadidura

En el Amigo
al + mc


miércoles, 7 de septiembre de 2011

Vigésimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario

Ec  27, 33 - 28. 9  ("... y perdona el error")
Salmo  102           (" El Señor es compasivo y misericordioso")
Rm  14, 7 - 9        ("... para esto murió y resucitó Cristo")
Mt  18, 21 - 35   ("... se adelantó Pedro y preguntó a Jesús")


Perdonavidas.
Voy de “perdonavidas” obcecado en descollar la broza ajena y creyéndome inmune al pedregal de mi mirada.
Perdonavidas.
Sin acabar de entender que Tú me has perdonado  lo que yo (sin Ti) jamás lograría a perdonarme: ser autor de mi propia muerte y cómplice de tantas otras muertes.
Perdonavidas.
Sin querer comprender que solo por el perdón alcanzaremos amor.
Como Pedro necesitó perdonarse tres veces (que no siete) para sentirse plenamente amado del Señor; y exclamar “Tú sabes que te amo”. Así  necesito yo perdonar y sentirme perdonado.
Porque quien ama, perdona. Y quien es perdonado es capaz de amar mucho más. Hasta siete veces; o más.

En el Amigo
Al + Mc

Pd. La canción puede que no sea muy "de misa"; pero me gusta.



viernes, 2 de septiembre de 2011

Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario

Ez 33, 7 - 9      (" A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya..."
Salmo 94          (" No endurezcáis vuestro corazón ")
Rm 13, 8 - 10   (" por eso amar es cumplir la ley entera ")
Mt 18, 15 - 20 ("Si tu hermano peca... ")


Cita Marko I. Rupnik, SJ, en un comentario en "Magnificat", de los antiguos monjes: "enseñan que la corrección fraterna es una manifestación de la caridad y se puede hacer cuando el corazón no guarda rencor ni rabia ni soberbia”.
Parece fácil escapar a las dos primeras condiciones: ¿Por qué habría de guardar rencor a quién ha pecado contra su prójimo (que no contra mi)? No; más bien me es fácil mostrar compasión y deseos de que se pidan perdón y lleguen a perdonarse.
Por otra parte, no creo ser causante de rencores o rabias contra mí. (Y caso de serlo, ¡claro que les perdono!)
¡Ay de mí que no soy capaz de ver y entender que son tan difíciles de conseguir como la tercera y más contundente premisa!
La soberbia
Mi soberbia al creer que puedo y debo ser yo quien realice la fraterna corrección.
¿Qué alguien ha decirle al hermano errado y caído una palabra enfrentada a su conducta? ¿Qué repase la lectura de Ezequiel? ¿Qué seré responsable también yo si guardo silencio?
¿Qué significa guardar silencio? ¿Será acallar la Palabra no poniéndola en obra?
¿Y qué obras reclama el Señor? ¡Misericordia quiero... no endurezcáis vuestros corazones!
Alma mía... ¿dónde están los que te acusan? Ve y en adelante no guardes rencor ni rabia ni soberbia