So 2, 3; 3, 12 - 13 ("Buscad al Señor, los humildes, que cumplís sus mandamientos")
Salmo 145 (Dichoso el pobre, el oprimido, el hambriento, el cautivo, el ciego o el que flaquea y se dobla; dichosos, cómo no, el justo y el preregrino; dichosos también el huérfano y la viuda)
1 Cor 1, 26 - 31 ("Lo necio y lo débil del mundo lo ha escogido Dios")
Mt 5, 1 - 12a ("Al ver Jesús el gentío ... se puso a hablar, enseñándoles:")
Dichoso el pobre; bueno, no solo pobre; maticemos: dichoso el pobre en el espiritu.
Esta coletilla ha sido y sigue siendo tan groseramente abusada e incluso prostituida (simplemente basta con recordar Haití, ese pobre tercer mundo) que no tengo fuerzas para empezar con ellas este compartir la Palabra de hoy
Permitidme que pase a su segundo motivo de dicha: los que lloran
Solo un breve apunte antes: debió ser tremendamente sorprendente, desconcertante y de inmediato descarte esta cuestión, si no la hubiese proclamado alguién que hablaba con una increíble autoridad e inimaginable sabiduría; si no lo hubiese hecho mostrando tales signos, que tal era el Amor de Dios, nuestro Padre; si no anunciara tal nueva buena... ¡Porque la riqueza era -y sigue siendo para muchos- clara indicación de la clemencia de Dios para con sus escogidos, para los que cumplen sus preceptos! ¡Qué, sino, hizo que el joven rico desoyera al que es Palabra de Dios...! Por el que Jesús sintiera una honda pena; ¿llegaría, en esta pena, a llorar por él?
¿Qué significa llorar evangélivamente?
Desde luego, nada que ver con nuestro dicho: "el que no llora, no ..."; nada que ver con llorar de rabia, llorar de impotencia, llorar por debilidad o llorar por llorar
Llorar evangélicamente ¿será, desde la fortaleza de sentirse sustentados por el Padre, sentir misericordia por la necesidad de nuestro hermano? ¿Así nos enseñó a llorar el Maestro?
Antes de resucitar a Lázaro, su amigo; pese a saber que el Padre se lo iba a conceder... o tal vez no, Jesús lloró. Quiero decir: el Maestro se conmovió al ver a María -la hermana de Lázaro- llorando; quiso ser misericordioso con ella; y pidió al Padre "Hágase tu voluntad"
¿Llorarían de alegría, al ver a Lázaro resucitado? ¿Será de esta forma el llorar evangélico?
En otra ocasión, llegando a Jerusalen, previendo el desastre que avecinaba a sus hermanos por la testarudez de su corazón, volvió a llorar el Maestro; sintió de nuevo que su misericordia quería abogar por nosotros, porque en nuestra suficiencia de todo y de todos, no sabemos ni pedimos "librános del mal". En cambio, Él sí; así lo hizo en Getsemaní: "líbrame de este cáliz, libérame de este mal". Solo que, en este llorar, aprendío -como señala Pablo- a obedecer, aprendió que la voluntad del Padre jamás es para nuestro mal; siempre para nuestro bien eterno. Son nuestros miedos, nuestros temores - incluso los del Señor - los que hacen necesario nuestro llanto
Pero, con todo, ¿es este el llorar evangélico?
"Dichosos los que lloran... porque serán consolados" ¿Jesús, las veces que lloró, fue consolado?
Sin duda.
El abrazo de Lázaro resucitado... y el hondo sentimiento de María (¿ y el nuestro?) de saber que ha estado cara a cara con la Resurrección y la Vida, ¿son suficiente consuelo?
La paz que, pese a todo mal augurio o incluso clara previsión de desastres y destrucción, llena el alma del que sabe y anuncia el amor de un Padre Misericordioso, ¿es suficiente consuelo?
El que ofreció al Padre ruegos, suplicas y lagrimas; al que se le apareción un ángel del cielo para fortalecerle, pero que redobló con más fervor su oración... y pese a que su sudor semejaba gotas de sangre, ¿no encontraría consuelo en este diálogo íntimo con el Padre?
No es cualquier cosa este llorar que merece el consuelo divino ¡Cómo no sentirse dichoso el que por así llorar así se sienta querido!
(Quedan más bienaventuranzas; también quedan muchas más ocasiones)
En el Amigo
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