Ec 1, 2; 2, 2 - 23; Salmo 89; Col 3, 1 - 5. 9 - 11; Lc 12, 13 - 21
"También esto es vanidad"
... tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave desgracia
... lo que has acumulado, ¿de quién será?
Parece que finalmente, nos guste o no, hemos de "compartir"
Parece que finalmente, "compartir" no es dar aquello que, por una u otra razón, ya no te hace falta
Finalmente, compartir es atesorar.
Desde el principio
En el Amigo,
al + mc
martes, 27 de julio de 2010
miércoles, 21 de julio de 2010
Santiago Apóstol, Patrón de España
Hc 4, 33; 5, 12. 27 - 33; 12, 2; Salmo 66; 2 Cor 4, 7 - 15; Mt 20, 20 - 28
"No sabéis lo que pedís"
¡Ordena!
¿Cuántas veces pedimos (ordenamos) a Jesús que realice una verdadera barbaridad?
Vale; lo de barbaridad lo descubrimos al beber con El nuestro cáliz, no antes; con suerte, tampoco mucho después.
Pues, sin entrar en cuestiones dogmáticas, creo que muy posiblemente ese cáliz suyo, ese que El rogase al Padre no beber, ese que en un momento de debilidad deseó lejos de Sí Mismo, ese Cáliz... somos muchos de nosotros mismos.
Andan los exégetas (más de dos) preocupados si "muchos" son " todos"; o si tal vez "se le escapará alguno" al Señor.
Andan, creo yo, preguntándose "quién se sentará a la derecha o a la izquierda" de Jesús.
A más de uno dijo Cristo: "No andas lejos del Reino"
Porque viendo a mi buen amigo (así quiero creerlo y así creo que él lo siente) Martín de Porres, quiero entender que rescatar, lo que se dice rescatar, a algunos ya no hace falta: desde el momento que firmes cogieron el arado, las cacerolas, la escoba, un avión a la salvación (a una cruz, según los incrédulos)... y se hicieron esclavos.
¡Si supiera pedir...!
¡Oh Dios, que te alaben los pueblos
que todos los pueblos te alaben!
Pd.
Como muchos de vosotros ya sabéis mi mamá sufrió una caida y se rompió la cadera.
Afortunadamente ya está en casa.
Ello impidió que redactase la entrada del domingo pasado; y ésta, con retraso.
He podido aprender (¡ay!, más bien recordar) que el cáliz que debo desear gustar no ha de ser el del poder sino el de servir
"No sabéis lo que pedís"
¡Ordena!
¿Cuántas veces pedimos (ordenamos) a Jesús que realice una verdadera barbaridad?
Vale; lo de barbaridad lo descubrimos al beber con El nuestro cáliz, no antes; con suerte, tampoco mucho después.
Pues, sin entrar en cuestiones dogmáticas, creo que muy posiblemente ese cáliz suyo, ese que El rogase al Padre no beber, ese que en un momento de debilidad deseó lejos de Sí Mismo, ese Cáliz... somos muchos de nosotros mismos.
Andan los exégetas (más de dos) preocupados si "muchos" son " todos"; o si tal vez "se le escapará alguno" al Señor.
Andan, creo yo, preguntándose "quién se sentará a la derecha o a la izquierda" de Jesús.
A más de uno dijo Cristo: "No andas lejos del Reino"
Porque viendo a mi buen amigo (así quiero creerlo y así creo que él lo siente) Martín de Porres, quiero entender que rescatar, lo que se dice rescatar, a algunos ya no hace falta: desde el momento que firmes cogieron el arado, las cacerolas, la escoba, un avión a la salvación (a una cruz, según los incrédulos)... y se hicieron esclavos.
¡Si supiera pedir...!
¡Oh Dios, que te alaben los pueblos
que todos los pueblos te alaben!
Pd.
Como muchos de vosotros ya sabéis mi mamá sufrió una caida y se rompió la cadera.
Afortunadamente ya está en casa.
Ello impidió que redactase la entrada del domingo pasado; y ésta, con retraso.
He podido aprender (¡ay!, más bien recordar) que el cáliz que debo desear gustar no ha de ser el del poder sino el de servir
lunes, 12 de julio de 2010
Viernes de la 15ª semana del tiempo ordinario
Nuestra Señora del Carmen
Is 38, 1-6; Cántico (Is. 38); Mt 12, 1-8
"El Hijo del Hombre es Señor"
Nací la noche en que San Buenaventura deseara perpetuarse por y para
la Señora de la Belleza de la Fe,
Virgen del Carmen.
Mi Buenaventura de dar y acabar con ella
y en ella.
Pues por ella y para ella,
ando yo y desando
la eternidad
y todo lo que en misericordia
alcanzo.
En el Carmelo, bienaventurados,
Al + Mc
(Saludos Naomi; gracias por estar ahí)
lunes, 5 de julio de 2010
Decimoquinto Domingo del Tiempo Ordinario
Dt 30, 10 - 14; Salmo 68; Col 1, 15 -20; Lc 10, 23 - 37
" (...) está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca"
Mi profesión ha hecho de mí un hombre muy observador... de aquéllas cosas en que me fijo.
Os compartiré algunas en las que he recaído al leer, sobre todo el Evangelio:
Tanto el sacerdote como el levita "bajan" de Jerusalén a Jericó, al igual que el hombre protagonista de la parábola.
Bueno, ello sólo se dice del protagonista (¿Cristo?) pues el narrador (Jesús) hábil y escuetamente dice que "bajaba por aquel camino" el sacerdote; y que lo mismo hizo el levita (que igualmente ¿bajaba? por el camino)
Muchos son los que creen -creemos- beber de las fuentes de la ciudad eterna. Y con toda pompa o sin ella, "bajamos" a dar de beber al sediento pueblo. ¡Hipócritas! ¡Si así supiéramos sentirnos sedientos!
Nuestra amada Madre y Maestra cada vez gusta más de vocablos expertos; y desatiende la verdadera necesidad de su progénie desnuda, apaleada, sedienta.
No serán eruditas palabras las que nos sanarán sino el vino, el aceite y un par de denarios al mundano posadero.
El samaritano "sube"; no puede ser de otra manera pues "iba de viaje". Como sabemos Jericó era un lugar de concentración para los que iban o venían de Jerusalén y "no querían pasar por Samaria"; nuestro prójimo era samaritano... y nadie va de viaje a su casa sino que vuelve a ella en todo caso
¿Conclusión?
No solo hay que acertar con el Camino; hay que hacerlo también en la correcta dirección: la del necesitado, la del sentirse necesitado.
A partir de ahí, ¡qué fácil debe ser eso de ayudar al prójimo! (Después de haberlo hecho con uno mismo)
Para terminar, eso que está muy cerca de ti:
"Amarás a Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo"
Como Él nos ha amado.
" (...) está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca"
Mi profesión ha hecho de mí un hombre muy observador... de aquéllas cosas en que me fijo.
Os compartiré algunas en las que he recaído al leer, sobre todo el Evangelio:
Tanto el sacerdote como el levita "bajan" de Jerusalén a Jericó, al igual que el hombre protagonista de la parábola.
Bueno, ello sólo se dice del protagonista (¿Cristo?) pues el narrador (Jesús) hábil y escuetamente dice que "bajaba por aquel camino" el sacerdote; y que lo mismo hizo el levita (que igualmente ¿bajaba? por el camino)
Muchos son los que creen -creemos- beber de las fuentes de la ciudad eterna. Y con toda pompa o sin ella, "bajamos" a dar de beber al sediento pueblo. ¡Hipócritas! ¡Si así supiéramos sentirnos sedientos!
Nuestra amada Madre y Maestra cada vez gusta más de vocablos expertos; y desatiende la verdadera necesidad de su progénie desnuda, apaleada, sedienta.
No serán eruditas palabras las que nos sanarán sino el vino, el aceite y un par de denarios al mundano posadero.
El samaritano "sube"; no puede ser de otra manera pues "iba de viaje". Como sabemos Jericó era un lugar de concentración para los que iban o venían de Jerusalén y "no querían pasar por Samaria"; nuestro prójimo era samaritano... y nadie va de viaje a su casa sino que vuelve a ella en todo caso
¿Conclusión?
No solo hay que acertar con el Camino; hay que hacerlo también en la correcta dirección: la del necesitado, la del sentirse necesitado.
A partir de ahí, ¡qué fácil debe ser eso de ayudar al prójimo! (Después de haberlo hecho con uno mismo)
Para terminar, eso que está muy cerca de ti:
"Amarás a Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo"
Como Él nos ha amado.
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