Hc 4, 33; 5, 12. 27 - 33; 12, 2; Salmo 66; 2 Cor 4, 7 - 15; Mt 20, 20 - 28
"No sabéis lo que pedís"
¡Ordena!
¿Cuántas veces pedimos (ordenamos) a Jesús que realice una verdadera barbaridad?
Vale; lo de barbaridad lo descubrimos al beber con El nuestro cáliz, no antes; con suerte, tampoco mucho después.
Pues, sin entrar en cuestiones dogmáticas, creo que muy posiblemente ese cáliz suyo, ese que El rogase al Padre no beber, ese que en un momento de debilidad deseó lejos de Sí Mismo, ese Cáliz... somos muchos de nosotros mismos.
Andan los exégetas (más de dos) preocupados si "muchos" son " todos"; o si tal vez "se le escapará alguno" al Señor.
Andan, creo yo, preguntándose "quién se sentará a la derecha o a la izquierda" de Jesús.
A más de uno dijo Cristo: "No andas lejos del Reino"
Porque viendo a mi buen amigo (así quiero creerlo y así creo que él lo siente) Martín de Porres, quiero entender que rescatar, lo que se dice rescatar, a algunos ya no hace falta: desde el momento que firmes cogieron el arado, las cacerolas, la escoba, un avión a la salvación (a una cruz, según los incrédulos)... y se hicieron esclavos.
¡Si supiera pedir...!
¡Oh Dios, que te alaben los pueblos
que todos los pueblos te alaben!
Pd.
Como muchos de vosotros ya sabéis mi mamá sufrió una caida y se rompió la cadera.
Afortunadamente ya está en casa.
Ello impidió que redactase la entrada del domingo pasado; y ésta, con retraso.
He podido aprender (¡ay!, más bien recordar) que el cáliz que debo desear gustar no ha de ser el del poder sino el de servir
miércoles, 21 de julio de 2010
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Hola Su Chico: Me alegro que tu mamá ya esté en casa.
ResponderEliminarComo siempre sigo tu blog.
Un abrazo, Montserrat