jueves, 28 de octubre de 2010

Trigésimo primer Domingo del Tiempo Ordinario

Sb 11, 22 - 12, 2  (El poder de Dios se muestra de modo singular en la compasión, en la caridad; esto es, en el Amor)
Salmo 144            (Bendiciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey)
2 Tes 1, 11 - 2, 2 (El día del Señor llega ¿como un ladrón?)
Lc 19, 1 -10          (Jesús y Zaqueo)

El Apóstol Pablo, como cualquiera de nosotros, pasó por todas y cada una de las etapas -necesarias- de acercamiento a Dios, a nuestro Señor JesusCristo: veíale primero con sus ojos terrenos, con sus circuntancias y humanas creencias; con sus mundanos apegos.
Así, él mismo llegó a creer que tornaría a ver en vida la vuelta (parusía) del Señor
Sólo al final de su existencia entendió que lo vería -en efecto- al principio de su Vida. ¡Tánto tiempo muriendo por El para entendender, muy al final -como Felipe- que siempre por El y para El había vivido!
Pero esto lo sabemos, estamos avisados; y puesto que quien avisa no es traidor...¿quién roba a quién?¿quién es es ladrón?
¿Quizás Zaqueo?
Zaqueo cumplía escrupulosamente la ley; esa ley tan injusta, en ocasiones, como el dinero. Y no obstante, Jesús nos apremia a conseguir la amistad de algunos hermanos -quizás alejados de Dios- mediante ellos: "si de alguno me he aprovechado -si así hubiese sido- le restituiré cuatro veces más" (el doble de lo que legalmente debería pagar si, efectivamente, fuese culpable de apropiarse de lo ajeno)
Definitivamente, Zaqueo no es ladrón; tampoco el Señor
¿Entonces?
Entonces, ésta es una historia de Salvación

En el Amigo
al  + mc

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