jueves, 17 de marzo de 2011

Segundo Domingo de Cuaresma

Gn 12, 1 - 4a  (Abrán marchó como le había dicho el Señor)
Salmo 32        (su misericordia llena tierra)
Tm 1, 8b - 10 (Jesucristo ... sacó a la luz
                     la vida inmortal, por medio del Evangelio)
Mt 17, 1 - 9   (Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. 
                        Escuchadlo)

Muy pocas son las palabras directamente pronunciadas por Cristo las que han llegado a nosotros. Las más incuestionables,sin duda, en las que en arameo nos revelaba el amor del Padre: ¡abbá!. 
Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo quisiera revelárselo
Sin embargo de muchas maneras habló Dios en otro tiempo: a Abrahám y a Moisés de una forma muy especial, cara a cara; a los profetas; también al propio Pedro de una forma muy singular
¿Oir la palabra de Dios Padre es una gracia a la que solo unos escogidos son llamados?
Sin duda la respuesta es un claro ¡no!
Todos oímos en nuestro corazón: "Buscad mi rostro"
Debemos pues, estar cerca y cercanos al Señor
Entonces oiremos, veremos y gozaremos de nuestro Dios Padre y de su Hijo el amado.
Escuchémoslo


En el Amigo
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jueves, 10 de marzo de 2011

Primer Domingo de Cuaresma

Gn 2, 7-9; 3, 1-7  (Entoces se les abrieron los ojos a los dos
                         y se dieron cuenta de que estaban desnudos)
Salmo 50             (Renuévame por dentro con espíritu firme)
Rm 5, 12-19      (Tampoco hay proporción entre la gracia que Dios
                        concede y las consecuencias del pecado)
Mt 4, 1-11         (Después de ayunar cuarenta dias 
                            con sus cuarenta noches)

Hay diversas maneras de "verse desnudo", necesitado, hambriento y sediento.
La Palabra de este domingo, nos propone dos:
La del hombre (o la mujer) que ha pasado de sentirse seguro, protegido, sin creadas necesidades que le despeguen del Amor de nuestro Dios Padre, a verse desnudo, inseguro, desprotegido, habriento y sediento de amor... o bien el hombre (o mujer) que por Amor de Dios Padre no siente necesidad ni temor, pues se sabe protegido.
La gran diferencia entre las dos la determina y marca la tentación.
"No nos dejes caer en tentación", nos enseñó a rogar el Maestro; Él, que no cayó. Pese a que la muerte le hizo gustar el temor, el verse y sentirse desnudo sin nada de sí.
¡Y con qué facilidad caigo yo en la más mínima tentación de creerme mejor, mejor vestido, con mejor apariencia... que no mi prójimo emigrante, que no mi prójimo ignorante, que no mi prójimo hambriento y sediento no solo de pan y agua sino de Justicia!
Solo me consuela -hermanos, ha de consolarnos-, sentir que no hay proporción entre la gracia que Dios Padre me concede y las consecuencias de mi pecado.

En el Amigo
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jueves, 3 de marzo de 2011

Noveno Domingo del tiempo ordinario

Fiesta de Hispanoamérica

Dt 11, 18. 26-28.32   (Meteos palabras mías
                                    en el corazón y el alma)
Salmo 30                    (A tí, Señor, me acojo)
Rm 3, 21-25a. 28       (El hombre es justificado
                                    por la fe, sin las obras de la ley)


Mt 7, 21 - 27            (El que escucha estas palabras mías
                                  y las pone en práctica...)

Definitivamente, no.
No pretendo polemizar. Es más: toda creencia que sinceramente busca la prudencia que da la Sabiduría, también es mi credo. No hay "yin" ni "yang". Ni "poderes del bien" ni "poderes del mal"
Pero, si bien debe haber un "si "o" no" en nuestro actuar; si bien hemos de escoger entre vivir o no vivir; si bien no podemos servir a dos señores... camino a la perfección, prudente camino que conduce a la Sabiduría del que Ama, solo hay uno.
No hay camino a la salvación y camino a la perdición.
Solo hay Camino o perdición, esto es, serntirse perdido, desorientado, sin metas ya; sin destino. No puede haber peor muerte; no hay peor desasosiego. Como el que lo pierde todo en el desastre que destroza su casa, sus posesiones, todo aquello que creía suyo... y quedó en nada.
Sólo hay un camino.
Pese a qu el hombre "antiguo" necesitase -y necesite- de metodologías más severas, más disciplinadas en la letra que en el espíritu y más pendientes de la Ley que en la Justicia que dictó esa ley, Cristo, Maestro, dueño y Señor de la Palabra, nos trae hoy  metologías nuevas para el hombre "moderno y nuevo".
El hombre prudente que elige el Camino de la Vida edifica su esperanza sobre roca.
Cada día traerá sus propios disgustos. Porque en el Camino siempre surgirá la tentación de abandonarlo, de adentarnos en campos floridos y atrayentes de desbordante, aunque efímera, belleza. O de introducirnos en frondosos bosques de ciencias y sabidurías humanas. O...
Pero Cristo no nos "castigará" por ello; no nos maldicirá.
Ya tendremos suficiente desgracia de, lejos del Camino, sertir la soledad del que está hundido totalmente
Aun así, siempre podremos volvernos y exclamar: ¡Tú que eres el Camino, ten compasión de mí!

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