Ez 33, 7 - 9 (" A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya..."
Salmo 94 (" No endurezcáis vuestro corazón ")
Rm 13, 8 - 10 (" por eso amar es cumplir la ley entera ")
Mt 18, 15 - 20 ("Si tu hermano peca... ")
Cita Marko I. Rupnik, SJ, en un comentario en "Magnificat", de los
antiguos monjes: "enseñan que la corrección fraterna es una
manifestación de la caridad y se puede hacer cuando el corazón no guarda rencor
ni rabia ni soberbia”.
Parece fácil escapar a las dos primeras condiciones: ¿Por qué habría de
guardar rencor a quién ha pecado contra su prójimo (que no contra mi)? No; más
bien me es fácil mostrar compasión y deseos de que se pidan perdón y lleguen a perdonarse.
Por otra parte, no creo ser causante de rencores o rabias contra mí. (Y caso
de serlo, ¡claro que les perdono!)
¡Ay de mí que no soy capaz de ver y entender que son tan difíciles de
conseguir como la tercera y más contundente premisa!
La soberbia
Mi soberbia al creer que puedo y debo
ser yo quien realice la fraterna corrección.
¿Qué alguien ha decirle al hermano errado y caído una palabra enfrentada a
su conducta? ¿Qué repase la lectura de Ezequiel? ¿Qué seré responsable también
yo si guardo silencio?
¿Qué significa guardar silencio? ¿Será acallar la Palabra no poniéndola en
obra?
¿Y qué obras reclama el Señor? ¡Misericordia
quiero... no endurezcáis vuestros corazones!
Alma mía... ¿dónde están los que te acusan? Ve y en adelante no guardes
rencor ni rabia ni soberbia
viernes, 2 de septiembre de 2011
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