jueves, 21 de abril de 2011

Amigo


Eran doce los amigos sentados a la mesa con Jesús.
Señor, yo soy todos y cada uno de ellos

Como Pedro, ya tengo suficiente edad como para cogerte del brazo y recriminarte: “¡No permita Dios lo que pretendes!”. Y aunque sueles a veces responderme con una dureza que no entiendo, me dejaría no solo lavar sino cortar los pies si tú me lo pidieras. Bueno, tal es mi pronto, también el de mis malos modos. Pero sé poner dolor y corazón en el arrepentimiento…
Como Andrés fui llamado de los primeros... y de los últimos en entenderte. Sigo preguntándote dónde vives... sin comprender tu respuesta: “en ti”
Como Juan, pese a la edad declarada y pesada, intenta mi alma ser ligera en el cobijo de tu pecho.
Como Santiago, hermano mayor de Juan y de Judas Tadeo, un trueno por ti. Juntos aprendimos a desear ser mejor fina  lluvia que feroz  tormenta; a apreciar lo verdaderamente importante para el Reino de los Cielos.
Como Felipe y Tomás, hombres de mundo, sé llamar al pan, pan y al vino, vino. Y  como todos, aprendí que es mejor aún que mi sí sea siempre sí; y mi no, siempre no; a creer en lo que ven mis ojos y desear hacerlo con más fe cuando mis ojos no te ven.
 Y como Bartolomé, Mateo, Matías y Simón no me conformo con la realidad de este mundo y busco en ti palabras de vida eterna... aunque el miedo, sí el miedo que tú nos dices que no debemos tener, pero al que tanto tememos, me haga vacilar y renegar de ti.
No me olvido de Judas; ¿cómo olvidarme si él también soy? ¡Tantas veces te traiciono y lejos de pedir perdón, en mi desesperación consiento un pecado mayor: alejarme más de ti!

Son doce los amigos sentados a tu mesa, Señor.
Yo soy todos y cada uno de ellos.

miércoles, 13 de abril de 2011

Domingo de Ramos, en la Pasión del Señor

Is 50, 4 - 7    (... saber decir al abatido una palabra de aliento)
Salmo 21       (Acudió al Señor, que lo ponga a salvo...)
Flp 2, 6 - 11  (... actuando como un hombre cualquiera...)

Mt 26, 14-27,66 (Padre mío, si es posible...)



¿Dónde quieres que te preparemos la cena de pascua...?
¿Qué responderíais si alguien os preguntara "dónde vas a celebrar la cena de Nochebuena"?
Al menos mi respuesta sería inmediata y contundente: "En mi casa, con mi familia"
Pues más rotundo, sin duda, sería un judio a mi pregunta inicial:
"... cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo que se junte con el vecino de casa..." (Ex 12, 1-8)
Ahora bien, ¿quién es la familia de Jesús?

¡Dichosos los invitados a la cena del Señor!

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martes, 5 de abril de 2011

Quinto Domingo de Cuaresma

Ez 37, 12 - 14    (Yo mismo abriré vuestros sepulcros)
Salmo 129          (...de tí procede el perdón
                            y así infundes respeto )
Rm 8, 8 - 11      (el que resucitó ... a Cristo vivificará también
                 vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu...)
Jn 11, 1 - 45     ( Yo sé que Tú me escuchas siempre )

No sé por dónde empezar... y mucho menos cómo acabar.
Muchas veces creí que el Antiguo Testamento era... ¿palabra obsolteta del Señor?
¿Puede la Palabra quedarse desfasada, anticuada, sin sentido en la realidad actual?
Nuestra cultura greco-romana gusta de la ambivalencia cuerpo-alma y la traspola, sin mayor miramiento,  también al Antiguo y Nuevo Testamento.
Nuestra cultura ha rechazado el cuerpo y deseado el espíritu... pese a la Palabra del Señor tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento
Pero hoy no quiero reflexionar. Hoy os invito a saborear:

"...mandaron recado a Jesús, diciendo: Señor, tu amigo está enfermo "
" Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días "
" Si uno camina de día, no tropieza "
" Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo "
" Entonces Tomás ... dijo: Vamos también nosotros y muramos con él"
" Yo soy la Resurrección y la Vida"
" Si Señor: yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios "
" El Maestro está ahí y te llama "
" Jesús se echó a llorar. Los judios comentaban: ¡cómo le quería!"
" ¡Quitad la losa! "
" ¿No te he dicho que si crees verás la Gloria de Dios? "
" Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que Tú me escuchas siempre..."
" Lázaro, ven afuera "
" Desatadlo y dejadlo andar "


¿Por qué llora Jesús si sabe -como ningun otro hijo podrá saberlo- que el Padre le escucha siempre?
¿Por qué una lanza atravesó el corazón de María si sabía -como ninguna otra madre puede saberlo- que el crucificado era Hijo de Dios, nacido por el Espíritu dueño y señor de la vida?

Quizás porque todos somos Tomás: apegados al viejo hombre que duda que el Señor pueda decir y, aun menos, hacer
Quizás porque todos somos Lázaro: amigos queridos del Señor y a los que Antiguo y Nuevo Testamento tratan de rescatar de su sepulcro para volverles a la vida al grito potente de "Levántate y... ama"

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viernes, 1 de abril de 2011

Cuarto Domingo de Cuaresma

1 S 16, 1b. 6-7. 10-13a  ("No te fíes en las apariencias ... )
Salmo 22                      ("El Señor es mi pastor, nada me falta)
Ef   5, 8-14                   ("... levántate de entre los muertos
                                        y Cristo será tu luz")
Jn 9, 1-41                        ("... para que se manifiesten en él 
                                           las obras de Dios")

Nada mejor para ejemplarizar lo que la Palabra me ha motivado a compartir con vosotros esta semana que mi contrariedad al contrastar la traducción que nos ofrece "Maginifcat" de la lectura de Samuel con la que leí vía internet y la que he realizado recién en "La Nueva Biblia Española" que me regalara Carlos, sacerdorte agustino; también he consultado "La Nueva Biblia de Jerusalén" para reafirmar las alternativas
La cuestión es que, como os decía, creía yo tener un hilo argumental con el realizar la monición... y heme aquí enredado en las apariencias de una traducción u otra.
Pero puede ser interesante.
Unos traducen: " Mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color..."
Otros dicen: "Mandó pues que lo trajeran: era rubio..."
Unos y otros coinciden en la insistencia de Yahvé hacia Samuel: "no es como ve el hombre...".
Y, tras el cristal de mis gafas, pienso yo que pueda significativo el buen color rubio.
Cuando conjeturamos los rasgos característicos de un hebreo ¿nos  lo imaginamos rubio?
Pese a que Hollywood le tintase a Cristo el pelo en alguna película (aunque para nada a Aladdín) no es de rubio como suelo imaginarme a un judio.
Me "enrollo" y me alejo de aquello que pretendo compartir: El amor necesitado de nuestro Dios Padre
Es ésta su machacona lección: Nos ama y necesita de nuestro amor.
Pero no como entendemos nosotros "necesitar".
Discrepo del dicho "No es más rico quien más tiene sino el que menos necesita". Para nada.
Lo tiene todo el que nada necesita, al modo que lo expresara el Maestro justo el domingo pasado: "Yo tengo (un alimento) que vosotros no conocéis..."
La gloria de Dios Padre es (no puede ser otra cosa) amar.
La nuestra, fijarnos en detalles insignificantes como el color, la raza, el credo... o quién pecó.
Menos mal que todos estos "coloridos" matices palidecen ante la poderosa blanca luz de Cristo trasfigurado.
Y ¡ay de nosotros si persistimos en decir ver aquellos matices! ¡Tal ceguera nos perdería!

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(Dedico esta entrada a sor Ceci que anda un tanto "manirota". Y pese a ello, tan afanada en sus cosas...)

jueves, 17 de marzo de 2011

Segundo Domingo de Cuaresma

Gn 12, 1 - 4a  (Abrán marchó como le había dicho el Señor)
Salmo 32        (su misericordia llena tierra)
Tm 1, 8b - 10 (Jesucristo ... sacó a la luz
                     la vida inmortal, por medio del Evangelio)
Mt 17, 1 - 9   (Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. 
                        Escuchadlo)

Muy pocas son las palabras directamente pronunciadas por Cristo las que han llegado a nosotros. Las más incuestionables,sin duda, en las que en arameo nos revelaba el amor del Padre: ¡abbá!. 
Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo quisiera revelárselo
Sin embargo de muchas maneras habló Dios en otro tiempo: a Abrahám y a Moisés de una forma muy especial, cara a cara; a los profetas; también al propio Pedro de una forma muy singular
¿Oir la palabra de Dios Padre es una gracia a la que solo unos escogidos son llamados?
Sin duda la respuesta es un claro ¡no!
Todos oímos en nuestro corazón: "Buscad mi rostro"
Debemos pues, estar cerca y cercanos al Señor
Entonces oiremos, veremos y gozaremos de nuestro Dios Padre y de su Hijo el amado.
Escuchémoslo


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jueves, 10 de marzo de 2011

Primer Domingo de Cuaresma

Gn 2, 7-9; 3, 1-7  (Entoces se les abrieron los ojos a los dos
                         y se dieron cuenta de que estaban desnudos)
Salmo 50             (Renuévame por dentro con espíritu firme)
Rm 5, 12-19      (Tampoco hay proporción entre la gracia que Dios
                        concede y las consecuencias del pecado)
Mt 4, 1-11         (Después de ayunar cuarenta dias 
                            con sus cuarenta noches)

Hay diversas maneras de "verse desnudo", necesitado, hambriento y sediento.
La Palabra de este domingo, nos propone dos:
La del hombre (o la mujer) que ha pasado de sentirse seguro, protegido, sin creadas necesidades que le despeguen del Amor de nuestro Dios Padre, a verse desnudo, inseguro, desprotegido, habriento y sediento de amor... o bien el hombre (o mujer) que por Amor de Dios Padre no siente necesidad ni temor, pues se sabe protegido.
La gran diferencia entre las dos la determina y marca la tentación.
"No nos dejes caer en tentación", nos enseñó a rogar el Maestro; Él, que no cayó. Pese a que la muerte le hizo gustar el temor, el verse y sentirse desnudo sin nada de sí.
¡Y con qué facilidad caigo yo en la más mínima tentación de creerme mejor, mejor vestido, con mejor apariencia... que no mi prójimo emigrante, que no mi prójimo ignorante, que no mi prójimo hambriento y sediento no solo de pan y agua sino de Justicia!
Solo me consuela -hermanos, ha de consolarnos-, sentir que no hay proporción entre la gracia que Dios Padre me concede y las consecuencias de mi pecado.

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jueves, 3 de marzo de 2011

Noveno Domingo del tiempo ordinario

Fiesta de Hispanoamérica

Dt 11, 18. 26-28.32   (Meteos palabras mías
                                    en el corazón y el alma)
Salmo 30                    (A tí, Señor, me acojo)
Rm 3, 21-25a. 28       (El hombre es justificado
                                    por la fe, sin las obras de la ley)


Mt 7, 21 - 27            (El que escucha estas palabras mías
                                  y las pone en práctica...)

Definitivamente, no.
No pretendo polemizar. Es más: toda creencia que sinceramente busca la prudencia que da la Sabiduría, también es mi credo. No hay "yin" ni "yang". Ni "poderes del bien" ni "poderes del mal"
Pero, si bien debe haber un "si "o" no" en nuestro actuar; si bien hemos de escoger entre vivir o no vivir; si bien no podemos servir a dos señores... camino a la perfección, prudente camino que conduce a la Sabiduría del que Ama, solo hay uno.
No hay camino a la salvación y camino a la perdición.
Solo hay Camino o perdición, esto es, serntirse perdido, desorientado, sin metas ya; sin destino. No puede haber peor muerte; no hay peor desasosiego. Como el que lo pierde todo en el desastre que destroza su casa, sus posesiones, todo aquello que creía suyo... y quedó en nada.
Sólo hay un camino.
Pese a qu el hombre "antiguo" necesitase -y necesite- de metodologías más severas, más disciplinadas en la letra que en el espíritu y más pendientes de la Ley que en la Justicia que dictó esa ley, Cristo, Maestro, dueño y Señor de la Palabra, nos trae hoy  metologías nuevas para el hombre "moderno y nuevo".
El hombre prudente que elige el Camino de la Vida edifica su esperanza sobre roca.
Cada día traerá sus propios disgustos. Porque en el Camino siempre surgirá la tentación de abandonarlo, de adentarnos en campos floridos y atrayentes de desbordante, aunque efímera, belleza. O de introducirnos en frondosos bosques de ciencias y sabidurías humanas. O...
Pero Cristo no nos "castigará" por ello; no nos maldicirá.
Ya tendremos suficiente desgracia de, lejos del Camino, sertir la soledad del que está hundido totalmente
Aun así, siempre podremos volvernos y exclamar: ¡Tú que eres el Camino, ten compasión de mí!

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