viernes, 17 de junio de 2011

La Santísima Trinidad

Ex 34, 4b-6.8-9       ("perdona nuestras culpas y pecados
                                tómanos como heredad tuya")
Cántico de Daniel     ("Bendito eres, Señor,
                                Dios de nuestros padres")
2 Cor 13, 11-13       ("tened un mismo sentir y vivid en paz")
Jn 3, 16-18              ("Tánto amó Dios al mundo...")

Anda el curso escolar finalizándose. Se agolpan exámes: los últimos parciales y los definitivos finales. Y sin darnos cuenta, tambien las últimas lecciones: las más importantes... y a las que, por lo ya dicho, solemos dar la más mínima relevancia.
Empezó como siempre, rutinario como cada año: repasando los conceptos básicos que habrán de sustentar (¡ay!) los programados y comprometidos para este. Así, por ejemplo, recordamos que cualquier número real elevado al cuadrado (o multiplicado por sí mismo) es simpre positivo... Y ahora que está a punto de finalizar el curso quizás no pongamos todo nuestro interés por aprender y entender que otro mundo, para nada irreal, es posible: el complejo mundo de los imaginarios, cuya unidad, multiplicada por sí misma... ¡sí!... no es "positiva"
Una lección postrimera, ensombrecida por los afanes del hombre (que no solo de Marta), tan importante como desafortunada en su definición: números imaginarios... pero de poder tan real como la bomba atómica a cuyo desarrollo no solo numérico (teórico) sustentan
¿Y qué nos trae hoy la Palabra... atareados nosotros en custiones, ya nos dicen los letrados, como Dios manda?
A tenor de las lecturas, diría yo, que en la visión de tres dioses diferentes. O uno, sentido de tres formas diferentes.
Visión o sentir diferentes... ¡Vágame Dios... no habrá paz!
Buscar al Señor en el Dios de nuestros Padres está bien. Pero no es ese "todo" nuestro Dios. Y quizás por aquí tenga el verdadero sentido la expresión "todopoderoso". A tal dios, no le damos todo el poder: tan solo el del premiar o castigar. Parafraseando de una forma "negativista" el teorema matemático que repasábamos al principio de curso diríamos que, con esta algebra,  todos los hombres "malos" irán al infierno.
Aunque la visión "positivista" de tal enunciado tampoco es mejor: ¡Bendito sea el dios de mis padres... que mejor se acomoda a mi credo!
La Trinidad es el mundo complejo que nos acerca al concepto de eternidad y de infinitud. Nada fácil de entender... aunque tan simple de aplicar y más aún de sentir: Amor.
"Eso" es nuestro Dios: eterno e infinito Amor. Complejo, Trino... pero de simple aplicación: amor.
Quien se queda en un Dios todopoderoso, no sabe sumar.
Quien se queda en un Cristo doliente, no sabe integrar.
Quien no encuentra al Espíritu de la Sabiduría, no sabrá unirse a su hermano. Tampoco a Cristo; y en él y con él, al Padre en la comunión con el Espíritu Santo.
Finalizando andamos el curso.
Pero no descuidemos tan importante lección.

En el Amigo
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Pd. Por este curso quizás sea esta mi ultima entrada; al menos "formal" de cada domingo
Pero, intentando ser un poco como el Amigo, no os dejaré solos: he aquí un blog amigo que creo sí continuará "todos los días"

http://sersaldelatierra.blogspot.com/

jueves, 9 de junio de 2011

Pentecostés

Hc 2, 1 - 11   ("Al llegar el día...")
Salmo 103     ("Que le sea agradable mi poema...")
Cor 12, 3b-7.12-13
                     ("En cada uno se manifiesta el Espíritu
                       para el bien común")
Jn 20, 19 - 23 ("Al anochecer de aquel día...")

¿Os acordáis de estos versículos del Génesis:?
"Al principio creó Dios el cielo y la tierra.  La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios:
 - Que exista la luz.
Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de la tiniebla: llamó Dios a la luz «día», y a la tiniebla «noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero. "

Llegó el momento, el tránsito de la noche al día: viene nosotros la Luz; se cumplió la eterna promesa.

¿Qué celebramos la noche de Pascua?
¿Qué se nos prometió el domingo anterior?
El paso del Yehova, nuestro Dios; el regreso de su Luz; el día en que actuó el Señor.

Hay quien compara y realiza simetrías del día de Pentencostés con aquel en que, en la torre de Babel, dejó el hombre de tener una sola voz, un solo sentir. Y dice que, especialmente en Pentecostes, el Espíritu Santo, el aliento de Dios, entiende y hace entender todos los lenguajes. 
Conceptualmente no estoy de acuerdo, aunque doctores tiene la iglesía. Y no puedo estar de acuerdo porque entiendo que el Espíritu solo entiende un idoma, un lenguaje, un entenderse: el Amor, el único dialogo donde aunque uno no quiera dos acabarán aceptandose. 
Y digo más: Nuestra Iglesia no es católica por abarcar todas las lenguas sino porque sea cual sea el idioma que se utilice se alaba al mismo Padre Dios; y en Cristo se acoge a cualquier hermano, hable el idioma que hable, incluso el incomprensible odio o el amedredado temor, en un abrazo de una muy verbal aunque callada obra del Espíritu.


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jueves, 2 de junio de 2011

La Ascensión del Señor

Hc 1, 1 - 11     ("...volverá como le habéis visto marcharse")
Salmo 46         ("... tocad para nuestro Rey, tocad..."
Ef 1, 17 - 23    ("... para que comprendáis cuál es
                         la esperanza a la que os llama")
Mt 28               ("Y sabed que yo estoy con vosotros,
                           todos los días, hasta el fin del mundo")

¿Cómo vieron los apóstoles marchar a Jesús?
La respuesta, académica, es: con la promesa de recibir al Espíritu Santo.
Los aspectos " lo vieron levantarse, hasta que una nube..." son tan accesorios como las selectas apariciones del Señor solo a sus "allegados"
¿Por qué quien públicamente y a diario enseñaba a la gente iba a mostrarse ahora tan intrigante y esotérico?
¿Será que el problema sigue en nosotros?
¿Será que seguimos sin saber ver?
Para los que comprendemos cuál es la esperanza a la que somos llamados y sabemos cómo y de qué manera Jesús está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo, sólo queda tocar, cantar; con voz fuerte...


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