jueves, 26 de mayo de 2011

Sexto Domingo de Pascua

Hc 8, 5-8. 14-17     (estaban solo bautizados en el nombre
                              del Señor...)
Salmo 65                (Venir a ver las obras de Dios)
1 Pe 3, 15 - 18       (estad siempre prontos a dar razón
                    de vuestra esperanza a todo el que os la pidiera)
Jn 14, 15 - 21         (vosotros, en cambio, lo conocéis
                                -al Espíritu Santo-)

"Solo" estaban bautizados.
Creo que debemos entender que el cronista quiere reflejar este hecho y no que sus allegados díscípulos olvidasen tan pronto que les mandara:
«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
 Solo estaban bautizados. ¿Qué significado debemos tomar y entender?
Cuando un cristiano se bautiza (especialmente si es un adulto) o bien reafirma su bautismo en el sacramento de confirmación y también cuando se accede a la vida monástica, elige un nombre para sí.
Es importante recordar su sentido en nuestra religión: El hombre da nombre a todas las cosas que creara Dios Padre para él, poniendo de relieve así su dominio sobre ellas.
Y cuando toma un nombre para sí pretende tomar dominio sobre sí
Por eso no es bastante el bautismo ni aún en el nombre del Señor 
(entendamos, insisto, que este "Señor" es uno con el Padre y con el Espíritu; no hablamos de otro o distinto bautismo que el ordenado por Cristo)
Tánto nos ama Dios Padre, tánto nos conoce, que bien sabe que no será suficiente con el poder de darnos un nombre cada cual a sí mismo para tener un efectivo control sobre sí.
Le sabe a poco, pues, y quiere que cada cual pueda reforzar su dominio real sobre sí identificandose con el Espíritu que da  nombre sobre todo nombre, con el Espíritu de su Hijo, con su propio Espíritu; con su propio dominio de sí.
El mayor dominio del Dios llamado Padre, llamado Amor, su mayor poder es la Verdad; solo Dios Padre puede nombrarla.
Pero nosotros ya conocemos al Padre; le hemos visto en la gloria manifestada por su Hijo Resucitado.
Por eso podemos también nombrarla y proclamar al mundo entero:
¡La Verdad es nuestra Esperanza!
¡Nuestra Esperanza es la Verdad!


En el Amigo,
al + mc

martes, 17 de mayo de 2011

Quinto Domingo de Pascua

Hc 6, 1 - 7     (...los de lengua griega se quejaron
                       contra los de lengua hebrea...)
Salmo 32       (Aclamad, justos, al Señor...)
1 Pe 2, 4 - 9  (... entrad en su luz maravillosa)
Jn 14, 1 - 12  (Ahora ya lo conocéis y
                        lo habéis visto)

Igualito que ahora, ¿verdad?
Vamos muy de cristianos; más en esta época de elecciones.
Pero siempre que podemos, arrimamos el ascua a nuestra sardina. Y con tanto empeño que no nos damos cuenta de la ausencia de siquiera una raspa en la mano de nuestros competidores por el ascua.
La justicia del Señor está muy lejos de cualquier político, sea del color que sea.
¿Que os estoy invitando a no votar? ¿Que este escrito más que una monición es un anuncio  "anti-mitin"?
Por descontado que no es esa mi intención. Pero honestamente creo que Jesús rehuía de la clase política y sus trejemanejes. Daba por descontado "su inevitable" presencia (como los escándalos) pero ¡ay de nosotros si nos dejamos enredar!
Nuestro sentido de la Justicia debe conducirnos a aclamad al Señor como Verdadero Camino de Vida; Senda de Amor y Conocimiento.
Para amar hay que conocer y sin conocimiento no puede haber amor.
Si amo a mis semejantes conoceré sus necesidades. No pondré en duda ninguna de sus quejas porque incluso aunque de mí quisieran aprovecharse, es obvio que precisamente por ello más de mí necesitan.
Cristo nos amó en nuestra debilidad para infundirnos la fuerza de sus obras. En ellas y por ellas también nosotros podemos ser roca firme, piedra angular para quienes amemos.
¿Creemos la Palabra de Cristo? ¿Creemos al menos sus obras?
¿Cuáles son sus obras...? Después de tánto tiempo "resucitado" entre nosotros acaso necesitemos preguntarnos ¿cuál es principal obra?...
Nos enseñó el alcance del Amor del Padre hacia nosotros. No encontraremos amor más grande.
Ahora ya lo conocemos y lo hemos visto vivo, resucitado y eterno, como una luz maravillosa... reflejada en mi prójimo.
Podemos quejarnos de nuestro hermano. Somos semejantes pero no iguales.
Pero si no solucionamos la queja sólo será por no conocerle bien (o no dejarme conocer).
Si no solucionamos las quejas, de nada nos servirán las Promesas...

En el Amigo
al + mc

miércoles, 11 de mayo de 2011

Cuarto Domingo de Pascua

Hc 2,14a.36-41  (Escapad de esta generación perversa...)
Salmo 22           (... aunque camine(is) por cañadas oscuras...)
1 Pe 2, 20b 25   (... ahora habéis vuelto al pastor...)
Jn 10, 1 - 10      (...que ha venido para que tengais vida 
                             y la tengais abundante)


¿Hay generaciones perversas?
¿Hay, en todo caso, generaciones más perversas que otras?
¿La generación de Caín... y Abel fue perversa?
¿Lo fue más la generación de Cristo Jesús?
¿Es perversa nuestra generación?

No puede ser de otro modo: después del sufrimiento viene la esperanza del justo
Hace tres semanas oíamos en boca del Señor el salmo que cualquier judío sabía identificar por entero con sólo escuchar su principio: "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?..."; salmo inmediatamente predecesor al que nos ocupa este domingo. (os invito a releer por entero los dos)

"Si, obrando el bien, soportamos el sufrimiento, haremos una cosa hermosa ante Dios..."
¿Son necesarias, pues, generaciones perversas que infrinjan sufrimiento y que así podamos hacer cosas hermosas ante Dios?
Quien así opine, en mi opinión, sí que es perverso y retorcido.

Obrando el bien; y aunque para ello debamos sufrir. Esto es lo hermoso ante Dios: hacer el bien.
Solo el bien es bueno. Y solo uno es "Bueno"

¿Entoces?

El domingo que viene empezaremos a conocer.
Aun después de tanto tiempo con el Señor, en nuestra perversión, damos la vuelta a su enseñanza, a su Palabra.
A su "Pero Yo os digo"  retorcemos con un "pero, nosotros puntualizamos..."
Unos llegaron antes; otros llegarán después. Pero unos y otros rondan la eterna Puerta sin poder, sin saberla cruzar. Y lo que es peor: sin dejarla cruzar. Porque en su triste visión de las cosas no ven en ella Vida sino muerte.

Quien en verdad conoce no puede pervertir la Palabra; ése puede entrar por la Puerta, pues el guarda le abrirá; y podrá sacar a los suyos a conocer con él.
El resto, nos basta con amar (que no es poco); y esperar oir nuestro nombre en cada corazón
Ello será la marca de sangre en nuestro dintel. La seguridad de que es el buen pastor quien se nos acerca y no un perverso ladrón.

En el Amigo
al + mc

martes, 3 de mayo de 2011

Tercer Domingo de Pascua

Hc 2, 14. 22 - 33      (Os hablo de Jesús nazareno...)
Salmo 15                 (...Por eso se me alegra el corazón...)
Pe 1, 17 - 21            (...[Dios] lo resucitó de entre los muertos
                                  y le dío gloria)
Lc 24, 13 - 35          (lo habían reconocido al partir el pan)

Reconocer
Son muchas y variadas las acepciones que los diccionarios ofrecen para este vocablo.
Ninguna de ellas, sin embargo, hace referencia a un “volver a conocer” o un “conocer de nuevo” para indicar el hecho de olvidarse de algo o alejarse tanto de alguien que no bastase ya el recuerdo y sea necesario un nuevo y verdadero conocimiento: reconocer así el hecho; reconocer así la persona.
Reconozco que estoy jugando con las palabras. Pero vosotros ya estáis al cabo y quiero presumir que sabríais reconocer un escrito mío precisamente en ello y por ello.
¿Conocían los discípulos de Emaús a Jesús? ¿Lo conocemos nosotros?
¿Somos tan necios y torpes como ellos y no llegaremos a reconocer, admitir y creer lo que anunciaron los profetas?  ¿O quizás examinaremos la Escritura y reconoceremos en ella las promesas de nuestro Padre Celestial? ¿Aceptaremos, reconociéndola, nuestra ceguera? ¿Caeremos en la cuenta y reconoceremos nuestra ignorancia, nuestro no saber hacer, nuestro no querer aprender ni entender por tener la mente embotada con “nuestras expectativas”?
Los apóstoles conocieron a Jesús en persona. Pero no supieron reconocerlo hasta la llegada del Paráclito, de su Espíritu de Verdad
Reconozco que tantas veces he deseado ser uno de ellos y conocer a Jesús así ¡Qué torpe y necio que soy, ¿verdad?!... se me olvida lo que acabo de escribir: lo importante es reconocerlo en el Camino, en la Verdad, en la Vida... ¡Qué lejos estoy de ello!

Por último, una curiosidad: es palíndroma (si recaemos en ello, la podemos reconocer leyéndola de derecha a izquierda; nada usual)

En el Amigo,
Al + mc