martes, 17 de agosto de 2010

Vigésimo primer domingo del tiempo ordinario

Is 66, 18 - 21; Salmo 116; Hb 12, 5 - 7. 11 - 13; Lc 13, 22 - 30

" Recorría ciudades y aldeas enseñando"

No hay peor sordo que quien no quiere oir; ni más profundo ciego que quien no quiere ver.
Ni mayor ignorante que quien no quiere aprender
Pues disponemos de un Buen Maestro sabedor de nuestras carencias
Por ello, con oportunas parábolas nos acerca al Conocimiento
Aunque no basta con acudir a clase; no es suficiente con hacerse presente a la hora de pasar lista
Hay que esforzarse en aprender
Esfuerzo por aprender
Esfuerzo por amar
Aprender a amar
Para ello vino el Maestro
Porque no se puede aprender sin esfuerzo
Ni enseñar, ni amar
Se necesita un buen maestro para ello


Pd. Dentro de poco empezarán las actividades docentes
A todos los profesores y maestros
Porque permanecer voluntariamente en la ignorancia es el mayor de los pecados
Pues quien no conoce, no será conocido
Por lo tanto, también ellos -los maestros- son sacerdotes del Dios Vivo

1 comentario:

  1. Y quien mejor que tu como maestro, para hacernos
    esta reflexión.

    Gracias y un abrazo, Montserrat

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