jueves, 3 de marzo de 2011

Noveno Domingo del tiempo ordinario

Fiesta de Hispanoamérica

Dt 11, 18. 26-28.32   (Meteos palabras mías
                                    en el corazón y el alma)
Salmo 30                    (A tí, Señor, me acojo)
Rm 3, 21-25a. 28       (El hombre es justificado
                                    por la fe, sin las obras de la ley)


Mt 7, 21 - 27            (El que escucha estas palabras mías
                                  y las pone en práctica...)

Definitivamente, no.
No pretendo polemizar. Es más: toda creencia que sinceramente busca la prudencia que da la Sabiduría, también es mi credo. No hay "yin" ni "yang". Ni "poderes del bien" ni "poderes del mal"
Pero, si bien debe haber un "si "o" no" en nuestro actuar; si bien hemos de escoger entre vivir o no vivir; si bien no podemos servir a dos señores... camino a la perfección, prudente camino que conduce a la Sabiduría del que Ama, solo hay uno.
No hay camino a la salvación y camino a la perdición.
Solo hay Camino o perdición, esto es, serntirse perdido, desorientado, sin metas ya; sin destino. No puede haber peor muerte; no hay peor desasosiego. Como el que lo pierde todo en el desastre que destroza su casa, sus posesiones, todo aquello que creía suyo... y quedó en nada.
Sólo hay un camino.
Pese a qu el hombre "antiguo" necesitase -y necesite- de metodologías más severas, más disciplinadas en la letra que en el espíritu y más pendientes de la Ley que en la Justicia que dictó esa ley, Cristo, Maestro, dueño y Señor de la Palabra, nos trae hoy  metologías nuevas para el hombre "moderno y nuevo".
El hombre prudente que elige el Camino de la Vida edifica su esperanza sobre roca.
Cada día traerá sus propios disgustos. Porque en el Camino siempre surgirá la tentación de abandonarlo, de adentarnos en campos floridos y atrayentes de desbordante, aunque efímera, belleza. O de introducirnos en frondosos bosques de ciencias y sabidurías humanas. O...
Pero Cristo no nos "castigará" por ello; no nos maldicirá.
Ya tendremos suficiente desgracia de, lejos del Camino, sertir la soledad del que está hundido totalmente
Aun así, siempre podremos volvernos y exclamar: ¡Tú que eres el Camino, ten compasión de mí!

En el Amigo
al + mc

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