miércoles, 16 de junio de 2010

Duodécimo domingo del tiempo ordinario

Za 12, 10-11; 13, 1; Salmo 62; Gal 3, 26-29; Lc 9, 18-24


"... cargue con su cruz, cada día..."

Cada vez más están menos valoradas la constancia, la perseverancia, la constancia, la paciencia... la cruz.
¿Es bueno hablar de la cruz? ¿Es necesario?
Siempre hemos reprochado a Dios la existencia de cruces. Y las hemos esgrimido como arma ya no arrojadiza sino premeditadamente cortante contra su bondad creadora.
¿Por qué existen las cruces? ¿Por qué se nos exige cargar todos los días de nuestra vida con la cruz?
No lo sé; no sé porqué hay muerte; porqué hay dolor.
Pero sé que es bueno y necesario hablar de ello.
Que cada cual de su opinión.
Así, tal vez, los hombres y mujeres de buena voluntad que creeemos en un Padre Bueno, encontremos un punto de encuentro:
No puede ser malo, indeseable o indigno algo que Jesús, el Cristo, nos pide a diario.
El problema es, aun sin entenderlo, aceptarlo; y a diario.
Nuestro Padre es así y quiere de nosotros confianza plena.

(Aunque no creo que sea esto el motivo de la cruz; debe ser otra cosa, pues nos ama demasiado)

3 comentarios:

  1. Un día le dije al Párroco.

    -No se por qué en vez de poner tantos Crucifijos, no ponen más imágenes de Cristo Resucitado.

    Me contestó-Para resucitar, primero tuvo que morir en la Cruz.

    Una abraçada per tu i la teua xiqueta, Montserrat

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  2. A mí me ha costado años encontrarle sentido a la Cruz de Jesús. No me gustaban los "Cristos crucificados" de las Iglesias, me desasosegaban. Mi juventud se revelaba contra el dolor propio y ajeno, prefería el Cristo resucitado y glorioso al escarnecido y crucificado. Sin embargo, el sufrimiento personal -que todos, en mayor o menor grado, vivimos a lo largo de nuestra vida- le ha dado sentido a la Cruz de Jesús. Porque Él, Dios hecho hombre, ha tomado sobre sí nuestra humanidad doliente y se ha hecho compañero nuestro. Nos ha mostrado el camino para trascender nuestro dolor y darle un sentido. Con Él nunca más estaremos solos en nuestra aflicción. Es más, sabemos que detrás de todo sufrimiento humano está Dios mismo, tomándonos de la mano... y, lo más maravilloso, que la Resurrección de Jesús es también la nuestra. Un abrazo.

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  3. Montserrat
    Para Resucitar admito que tuviera que morir. Punto.

    Por eso es importante hablar de la muerte, del dolor, de nuestras cruces, de la Cruz. De alguna manera forma parte de nuestro aprendizaje
    ¿Por qué hemos de aprender así y no de otra manera?
    La metodología la fija el Maestro; es su reponsabilidad y su innegociable cátredra.
    Para que aprendan a vivir, debemos hablar de cruces a nuestros hijos. Si no, a la primera de cambio, la muerte les habrá vencido

    Teresa, gracias por tu comentario; por estar ahi.
    Siempre renegué de la cruz. Critico (y aún nadie me ha explicado) porqué debemos adorarla.
    La realidad de este mundo parece hacerla necesaria para poder transcenderle
    Pero sin la Resurrección SERIAMOS LOS HOMBRES/MUJERES MAS DESDICHADOS DEL MUNDO

    En el Amigo, Al + MC

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