martes, 3 de agosto de 2010

Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario

Sb 18, 6 - 9; Salmo 32; Hb 11, 1 - 2. 8 - 19; Lc 12, 32 - 48

"No temas, pequeño rebaño"

Dice San Agustín a un discípulo de Manes: "Dos palabras, solamente dos palabras separan al antiguo y al nuevo testamento: temor y amor"

¿Cómo es que el Doctor parece dividir la relación que ha mantenido y mantiene la Humanidad en un tiempo pasado temeroso y uno nuevo plenitud del Amor, cuando sabe como pocos que el Padre es un Eterno Presente?
De igual manera se me antojan premeditadamente dispuestos dos espacios en apariencia distintos, yustapuestos, en las lecturas de este domingo; sobre todo en el Evangelio.
En primer lugar subrayaré la apelación que más gusto oir del Maestro: "No temas..."
Aunque temor de Dios no es sino amor a Dios pese no encontrar (o no importar) más razón para ello que su magestuoso poder.
De antiguo ha pensado la humanidad que el poder se demuestra dominando a los individuos que la integran.
Poder Dominante.
Es un hecho (así indicado por el propio Jesús) que los reyes y poderosos de la tierra tiranizan a los que consideran ya no sus inferiores; aun menos: tan solo de su propiedad.
Dios Altísimo, en cambio, no era así: eterna era su misericordia para con sus criaturas, a las que jamás así consideró, sino hijos queridos.
Amante Poder.
Nos enseñan las ciencias matemáticas que el conjunto puede poseer ciertas propiedades mientras que no así alguno o ninguno de sus elementos por separado.
Creo firmemente que la Humanidad está a salvo en el Reino ya presente erigido por Cristo. Nada habemos de temer. De otra manera, sería intentar hacer ineficaz Su Resurrección.
Bien distinto es el caso de cada ser como individuo.Por ello, debemos prepararnos y permanecer en actitud de servicio. Sobre todo los que pueden dar luz a sus compañeros. Desde nuestro pasado, debemos aspirar a nuestro futuro mediante una fe en nuestro Dios Padre Presente. Y no temer

Temer o no temer: en esto consiste la fe, la esperanza y, en definitiva y más importante, el amor.

Sin temor, creo firmemente que nuestro Dios Padre ha tenido a bien darnos el reino... aunque, como el Pan, nos lo dé a diaro; y a diario, fielmente, hallamos de estar todos solícitos para recibirlo cada uno.

En el Amigo, Al + Mc

1 comentario:

  1. Hola Su Chico:

    A veces pienso que deberíamos obrar más por Amor a Dios que por Temor.
    Recibe un abrazo para ti y tu chica., Montserrat

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