jueves, 12 de agosto de 2010

La Asunción de la Virgen María

Ap 11, 19a; 12, 1. 3 - 6a. 10ab; Salmo 44; 1 Cor 15, 20 - 27a; Lc 1, 39 - 56


¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?


Me he quedado largo tiempo leyendo, releyendo esta frase que, sin embargo, eligiera tan rápido.
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Porque de una cosa, aun al leer y releer, no hay duda.
Me visita
Me anima y consuela
Me aconseja y guía
Cura mis heridas y lanza mis miedos al olvido
Obra milagros para mi
En carne y hueso
Para bien de mi alma
Y aun más
Se dice, también,
madre mía.

Con cariño a sor Asun
Del todo mimada por la Madre

3 comentarios:

  1. SU CHICO:

    PUES TAMBIEN ERES SU HIJO.

    BONA NIT I UNA ABRAÇADA PER SU CHICO, SU CHICA I ELS XIQUETS, Montserrat

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  2. Hemos leido en el evangelio según san Lucas que En aquellos dias Maria corria de Galilea hacia una pequeña ciudad cerca de Jerusalén, para ir a encontrar a su prima Isabel. Hoy la vemos correr hacia la montaña de la Jerusalén celestial para encontrarse, finalmente, con el rostro del Padre y de su Hijo. Hay que decir que Maria, en el viaje de su vida, jamás se separó de su Hijo. La vimos con el pequeño Jesús huyendo a Egipto, luego llevándolo, siendo él adolescente, a Jerusalén, y durante 30 años en Nazaret cada dia lo contemplaba guardando todo en su corazón. Luego lo siguió cuando abandonó Galilea para predicar en ciudades y pueblos. Estuvo con él hasta los pies de la cruz. Hoy la vemos llegando a la montaña de Dios,"vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza"(pueden leer el capitulo 12 del Apocalipsis", y entrando en el cielo, en la celeste Jerusalén. Fue la primera de los creyentes que acogió la Palabra de Dios, es la primera que es acogida en el cielo. Fue la primera que tomó en brazoz a Jesús cuando este todavia era un niño, ahora es la primera que es tomada de los brazos del Hijo para ser acogida en el cielo. Ella, humilde muchacha de un pueblo perdido de la periferia del Imperio, al acoger el Evangelio se convirtió en la primera ciudadana del cielo, acogida por Dios al lado del trono del Hijo. Realmente, el Señor derriba a los potentados de sus tronos y exalta a los humildes.El domingo celebramos un gran misterio. Es el misterio de Maria, pero también el misterio de todos nosotros, el misterio de la historia, pues por el camino de la asunción que abrió Maria se encaminan también los pasos de todos aquellos que unen su vida al Hijo, del mismo modo que hizo Maria. Las paginas biblicas de este domingo nos sumergen en este camino de salvación. El Apocalipsis -que me costó mucho tiempo entenderlo- abre el cielo de la historia donde se enfrentan el bien y el mal: en un lado está la mujer y el hijo, y en el otro, el dragón rojo coronado. La lectura cristiana ha visto en esta pagina la figura de Maria (imagen de la Iglesia) y de Cristo. Maria y Cristo, íntimamente vinculados, son el signo altisimo del bien y de la salvación. En el otro lado, el dragón, simbolo monstruoso de la violencia, está rojo como la sangre que derrama, embriagado por el poder (las cabezas coronadas). Maria y Jesús forman la nueva "pareja" que salva al mundo. Al inicio de la historia, Adan y Eva fueron derrotados por el maligno; en la plenitud de los tiempos, el nuevo Adan y la nueva Eva derrotan definitivamente al Enemigo. Sí, con la victoria de Jesús sobre el mal, también cae derrotada la muerte interior y fisica.Y se cruzan en el horizonte de la historia la resurrección del Hijo y la Asunción de la Madre. Escribe san Pablo:"porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que por Adan muern todos, así tambien todos reviviran por Cristo".
    La Asunción de Maria nos habla de nuestro futuro; también estaremos con el cuerpo al lado del Señor; con esta fiesta se podria decir que empieza la victoria plena de la resurrección; empiezan el cielo nuevo y la tierra nueva que anuncia el Apocalipsis.Hoy, junto a Maria, sentimos de un modo especialmente festivo el Magnificat de todas aquellas mujeres sin nombre, aquellas mujeres a las que nadie recuerda, las pobres mujeres oprimidas por el peso de la vida, por el drama de la violencia y que finalmente se sienten abrazadas por manos cariñosas y fuertes que las elevan al cielo. Es la asunción de las esclavas, de las mujeres del sur del mundo obligadas a realizar trabajos inhumanos y victimas prematuras de la muerte; es la asunción de las niñas obligadas a realizar trabajos peasdos; la asunción de las mujeres obligadas a sucumbir en el cuerpo y en el espiritu a la vilencia ciega de los hombres; es la sunción de las mujeres que trabajan sin que nadie se acuerde de ellas.
    Vicente-

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  3. Gracias Vicente por tan grata (e inesperada) visita

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