lunes, 6 de diciembre de 2010

Humana Concepción

Me cuesta admitirlo. De siempre.
¿Cómo Dios Padre puede tener preferencia por una determinada criatura?
De tenerla, leemos en los Salmos y el Maestro así nos lo enseña, será por el pobre, por el necesitado...
Y, ¿debemos considerar "pobre" a la Madre Inmaculada? ¿"Necesitada", tal vez?
Iré más lejos en la pregunta: ¿Consideraríamos "pobre y necesitado" a Jesucristo, especialmente cuando pendía de la cruz?

Quiero creer que sí. Tanto como cualquier humano que jamás exista. Creo firmemente que sí.
Y por eso la Madre pudo abiertamente preguntar "¿cómo será eso?" pues no sabía
Y por eso el Hijo pudo dolorosamente exclamar "¿por qué me has abandonado?" pues así sentía

Pues Dios Amor, por cualquiera de sus criaturas, (y Jesús, en cuanto humano, así también  es amado) no duda en "abandonar" al rebaño e ir a la búsqueda de la extraviada. Este es el privilegio de una y de cada una de sus amadas ovejas.

Por eso me rebelo cuando me alejan de mi Madre llevándola a cielos "como dios manda"
¡NO! También pretenden lo mismo con la criatura que sí puede llevarnos a todos al Cielo prometido... pero solo desde el portal de la inmaculada humanidad. Pero vestimos al niño de oro y joyas "también como dios manda" pese a que Dios Padre nos lo entregó pobre y necesitado. Para nada "envió" a un privilegiado que nos rescatara de nuestras "muchas manchas". Nos dejó tratarle, de hecho, como solemos hacerlo "con uno de tantos": preguntándose por qué, habiendo amado tanto, moría odiado, tanto que creyérase abandonado... incluso del que le había hecho sentirse Hijo predilecto

Yo preferiría quedarme muy en tierra, en los brazos cálidos de una mujer que no teme perder su virginidad (en un mundo marcadamente machista y cruel) de una forma que no puede entender (¿cómo va a ser eso?); pero no le importa: más grave es la posibilidad muy cierta de perder la vida... y la del niño, por mucho que el mismo Dios lo hubiese engendrado. No hay privilegios frente a la locura infrahumana
María simplemente necesitaba amar tanto como sentíase amada por el Padre: "Hágase en mí según tu Palabra". Cristo simplemente necesitaba amar tanto como sentíase amado por el Padre: "Todo está cumplido..." según estaba escrito por la Palabra.
¿Dos seres excepcionales, que llevar a los altares... o dos humanas concepciones de cómo dejar que el Amor del Padre inunde nuestros corazones? (Podríamos hablar también de José, tan injustamente tratado por el machismo que marcaba la época y que "obliga" al evangelista a justificar que debiera repudiar a María "en secreto" cuando de sobra está probado su amor por ella y su necesidad del amor de ella)
Así pues, no puede tratarse de resaltar -sin más- la pureza, desde su nacimiento, de María. Ni la divinidad de nuestro Maestro. ¿De qué podría servirnos tal ejemplo inalcanzable e inimitable?
Aprendamos, yo quiero creerlo así, que la única y divina concepción virginal que el Padre pretende en todos y cada uno de nosotros, no es una pureza que finalmente -o inicialmente- puede ser perdida. No; Dios Padre nos quiere de una pureza que necesite ser eternamente alimentada, renovada como chorro de agua viva en la fuente de su gracia, en el manantial de su eterno e infinito Amor.
Tal pureza no debemos tratar de entenderla: ¿cómo, siendo barro, albergaremos el Espíritu de Dios?
Digamos ¡sí!, bebamos sin temor de su Cáliz que El hará concebir en nosotros el resto

En esta humana concepción, Madre, llévame en tus brazos a beber de la fuente en la que saciar mi tan necesitado amor de Dios

Nota.- No sé si este ensayo está del todo equivocado. Pudiera ser. Solo pretende ser un homenaje a la mujer que no dudó en entegar su virginidad, lo más bello de sí -su pureza- para que nadie pueda sentirse concevido para el pecado, para la muerte. Si no que por la renuncia de lo más valioso de su ser, alcanzaramos todos a concebir una vida nueva llena de gracia por medio de la Vida a la que ella dijo sí
Lo de menos es desde cuando lo dijera (si en el "momento" de nacer o quizás, más plenamente, el día de la anunciación)

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