lunes, 8 de marzo de 2010

Cuarto Domingo de Cuaresma

Jo 5, 9a .10-12; Salmo 33; 2Cor 5, 17-21; Lc 15, 1-3. 11-32

"Acoge a los pecadores y come con ellos"






Padre mío...  
( nueva canción -procesando las imágenes-)

"Estaba muerto y HE revivido; estaba perdido y ME HABEIS encontrado"


[Si fuese posible dedicar una monición, bien sé a quién lo haría hoy.]

La primera lectura nos relata la primera pascua, fiesta que marcó un antes y un después. Recordando que el día para los judíos comienza por la tarde, ese mismo día comieron del "fruto de la tierra". Puede antojársenos dicho en un tono más festivo de aquél del Génesis: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Pero no; pues Dios Padre jamás maldice, su Palabra siempre nos bendice; ¡qué bueno es el Señor!
Así lo cantan, con el salmista, los humildes de corazón.
Pablo resalta en su carta a los corintios que es iniciativa del Padre reconciliarnos con Él; mediante Cristo que lo realiza y mediante el hermano que exhorta.
Y el evangelio pondrá de manifiesto que no puedo quedarme solo con mi relación con Dios: sería del todo imperfecta.
Dicen los entendidos, que esta parábola,  una de las más bellas que improvisara Jesús, y que sigue en Lucas a la de la oveja y a la moneda perdidas, es de doble moraleja y que, como en todas ellas, la segunda es más importante que la primera. Siguiendo esta línea argumentativa, estad atentos cuando se lea “deberías alegrarte…”. Más importante que reviva nuestro hermano su relación con el Padre parece ser que junto a Él, junto con el Padre, también nosotros hayamos encontrado a nuestro hermano.
En esta misma parábola el Padre nos enseña bien cómo hacerlo.
Estemos, pues, atentos a su Palabra y ejemplo.

5 comentarios:

  1. La misión de Pablo no fue éxito fácil.
    Y si nos atenemos a lo que queda de sus iglesias de Corintio, Éfeso, Tesalónica... deberíamos preguntarnos si efectivamente tuvo éxito.
    Pero no; ¡claro que no! El éxito de Pablo no se encuentra en los grupos de gente que pudo evangelizar; ni en las cartas que les remitió; mucho menos en la pervivencia de las paredes que les alojaron (pues entonces no se construían templos al uso)
    El éxito de Pablo, nos dirá la Palabra, fue saber correr su carrera... hacia su prójimo, hasta nosotros. Y hablarnos hasta
    la saciedad, de la Misericordia del Padre, del Amor fraternal de Hijo, de la Gracia que nos regala el Espíritu.
    El evangelio nos hablará de una pascua definitiva y que culmina aquélla que celebrara el pueblo judío en Guilgal.
    Una fiesta donde el hermano mayor reciba y acoja al hermano menor; una fiesta donde el hermano menor desee ser recibido no sólo por el Padre sino también por su hermano mayor.
    Una fiesta presidida por Cristo, ejemplo verdadero de hermano mayor o menor; pues en Él debemos reflejarnos todos.
    Y la Misericordia Eterna de nuestro Padre envolviéndolo todo con su Espíritu.

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  2. En Jesús, los pecadores, esto es, los que para nada pueden sentirse “justos”, “puros”, o incluso pertenecer a ese “resto de Israel” que fielmente recuerda y celebra aquella primera pascua, los necesitados, –insisto– encuentran en Él un verdadero amigo, un hermano que les comprende.

    Y que esto es así, Cristo lo pone de manifiesto en al menos tres parábolas consecutivas en Lucas: la oveja perdida, el dracma perdido y… el hermano perdido.
    Pues la oveja, qué es sino un bien que Dios da y que el “pastor” ha de saber salvaguardar; y el dracma, qué sino un don que la “mujer” ha de saber administrar.
    Mas con el hermano, lo anterior se queda en nada. Pues como el Padre es misericordioso, así se nos pide que sea nuestra relación con él. No podemos alegar su pecado para quedarnos fuera de lo que ha de venir a ser la Pascua Definitiva, escudados tras nuestra sobrada autosuficiencia

    Dicen los entendidos que la parábola del “hijo pródigo” es de doble moraleja. Y como en todas ellas, la primera moraleja es menos importante que la segunda, verdadero núcleo de la enseñanza. Esto es, lo primero que se dice no es tan valioso como lo que se añade.
    Recaed, ahora, en el evangelio: “(…) deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
    Más importante que la “resurrección” del hijo, es que Padre y hermano encuentren al que estaba perdido.

    Dios Padre tenga misericordia también de nosotros por seguir negándonos a entrar en la Fiesta Pascual que el Padre nos ofrece por Cristo, modelo de hermano… ni mayor ni menor; pues en Él todos debemos reflejarnos.

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  3. Hola:
    Acabo de hablar con Sor Cecilia por tfno. estoy muy agradecida por sus atenciones, a ver si tenemos suerte y se consigue un ordenador.

    Yo estoy enatención Primaria como voluntaria de Cáritas de la Parróquia Stmo. Cristo de la Luz de Valencia.



    PAZ Y BIEN. Saludos cordiales.Montserrat

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  4. «SÍ ME LEVANTARÉ Y ME PONDRÉ EN CAMINO»


    Lo habitual para los isrraelitas era comer las recolecciones de la «La tierra prometida» en lugar del manná, para los cristianos lo vivimos en un sentido claramente cotidiano en lo Pascual.
    Si toda la vida habría de ser digno de una tónica cuaresmal, la recepción de los sacramentos y la aplicación a nuestras vidas del misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo nos hacen experimentar la Pascua cada día a pesar que no nos danos cuenta de ello.
    Quizás nadamos en abundancia de recursos espirituales y crecemos con ciertas deficiencias de formación. No podemos dar la culpa a la Iglesia. El padre del hijo pródigo(látima que en la parábola no aparezca la figura de la madre), no es responsable de la malversación de un patrimonio ganado con el trabajo y ahorros familiares.

    El patrimonio cristiano evidentemente es la Sangre de Cristo, es la sábia de la reconciliación en que intervienen el Padre, el Hijo. Los destinatarios del evangelio somos nosotros, los cristianos recibimos el mensaje de la reconciliación que nos viene de Dios. Este mensaje nos permite representar el teatro de la vida que nos toca a cada uno el papel de la parábola.




    Como hijos pródigos, hemos de saber levantarnos y ponernos en camino hacia la casa del padre: Como padres, hemos de saber acoger a nuestros hijos, una y otra vez, y ponerlos en el corazón y el los brazos, acogerlos con sus problemos de drogadicción, prostitución, ladrones y toda clas de mala vida de los bajos fondos de nuestras ciudades.




    Como hermanos, también hemos de abrazarlos con alegría pero con algo verdaderamente excepcional«Abrazarlos con añoranza»


    ¡La legría de sentirse perdonado y la a legría de perdonar! ¡y cómo no¡ la alegría de ver a otros perdonados nos hacen comprender que Dios es rico en misericordia.


    Alegrémonos, por el hijo pródigo de tantos amigos y familiares nuestros que han regresado a sus casas con la humildad de saber que habían tomado un camino equivocado y que estar en Casa es como haber encontrado la moneda perdida o el tesoro escondido.




    «Les invito en este 4º Domingo de Cuarema a estar alegres y hacer una gran fiesta»

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  5. Hola:

    Que contenta estoy.

    Agradecida por la atención que has tenido,con sor Cecilia trayéndole una Torre para su Ordenador

    sor Cecilia está haciendo una labor muy buena, con su blog.

    El Señor se sirve de sus Hijos. Somos sus herramientas para hacr el bien.

    Una abraçada.Montserrat

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