martes, 29 de junio de 2010

Decimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario

Is 66, 10 - 14c; Salmo 65; Gal 6, 14 - 18;         Lc 10, 1 - 12. 17 - 20


"Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán"


No hay que presumir de nuestro poder -grande- como cristianos. Ni estar alegre o incluso fanfarronear de ello.
Hay que estarlo por serlo -cristiano- ; eso sí: quien así pueda gloriarse de llevar en su cuerpo las marcas de Jesús.
Que no creo yo que sean necesariamente estigmas de dolor o sufrimiento.
Eso son "molestias" menores; que pregunten a una madre por los dolores del parto una vez la criatura está en sus brazos...
¿En qué o cómo, seguro, reconoceríamos a nuestro Señor Jesucristo?
¿Viniendo a nosotros montado en un asno? ¿Clavado en una cruz? ¿Curando leprosos?
¿Dando su vida por mí?
¿Rescatándome de mi muerte?

Las lecturas de este domingo, amigo, son una buena respuesta. O tal vez, la única pregunta.
Ya me conformaba yo, llevando en brazos a mis hijos, a mis amados, entrar en Jerusalen la Eterna.

2 comentarios:

  1. Hola:

    Buenas relfexionas.

    Sabes creo firmemente que Dios nos protege en sus brazos fuertes e invisibles. Somos sus Criaturas.

    Besos, Montserrat

    ResponderEliminar
  2. Me gusta mucho lo que escribes de estas lecturas. Me quedo especialmente con todo el punto final. Jesucristo nos responde siempre, se comunica. No puede ser de otra forma pues Jesucristo es La Palabra Eterna del Padre siempre en comunicación. Mi pregunta es, si siempre estoy en actitud de escucharle.
    Por otra parte conociéndote a ti y a tu familia, espero por la Bondad de Dios que os veré y nos veremos en La Jerusalén Celestial.
    De una hna. vtra. Catalina

    ResponderEliminar