viernes, 21 de octubre de 2011

Trigésimo Domingo del tiempo ordinario

Ex 22, 20 - 26    ("Si grita a mí, yo lo escucharé...")
Salmo 17            ("Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza")
1 Tes 1, 5c - 10  ("... llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes")
Mt 22, 34 - 40   ("... ¿cuál es el mandamiento principal?")

A vuelta con (que no contra) los fariseos
El domingo pasado sobre la ley del César
Este domingo sobre la ley de Dios
Una vez más, César y Dios sobre el mismo plano:
El hombre, que dicta y sobre todo exige cumplimento de la ley, de "su ley"
Y en frente un Dios, que quiere hacerse semejante a nosotros, y como un Padre, no impone ley sino que propone su Amor y aguarda nuestra respuesta
¿Y qué se nos enseña a responder?
"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser"
Leía en un librito que escribiera un sacerdote metido entre conventos que los monjes y monjas reconocían "relacionarse mejor con Dios que con sus hermanos o hermanas de convento". No pretende ser mayor crítica sino aquéllo que para muestra, un botón. (Mucho aprecio yo a mis hermanitas dominicas, para salir ahora con un renuncio)
¿Cómo se ama al Señor al que no "vemos"?
La respuesta es contundente, en un mandato semejante al primero y principal:
Amando a tu prójimo a quien sí "ves"
No hay más ley
Así lo decían y así lo anuncian los profetas..

En el Amigo
al + mc

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