viernes, 22 de abril de 2011

Décima Estación

V/       Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/       Que por tu santa cruz redimiste el mundo


Llegaron al lugar llamado ‘Gólgota’, esto es, lugar del Calvario. Y le dieron a beber vino mezclado con hiel; y, una vez probado, no quiso beber. Después de crucificarle, repartieron sus ropas, echándolas a suerte. Y sentándose le custodiaban allí. Pusieron escrita sobre su cabeza la causa de su condena: “Este es Jesús, el rey de los judíos” (Mt 27, 33-38)



Por un justo, por una persona amada, por un firme ideal... pudiera uno dejarse torturar hasta dar la vida;  y así osará hacerlo gustosamente sabiendo que su sacrificio será pronto reconocido y valorado por los hombres.
Y si  acaso, por ingratos, groseros, mezquinos y envidiosos motivos,  siempre  ávidos de gloría ajena, se nos privase de tal reconocimiento, sin duda tendremos el consuelo y confortamiento del Divino Ser

Pero Tú, Jesús, has dejado que de todo te priven: de tu decoro y vergüenza; de tu honestidad y nobleza; de tu inocente integridad. Tal has querido que sea tu desprendimiento que hasta de tí quisiste desnudarte, Señor; para que tu agonía fuese el más hondo rezo de los salmos, de las oraciones del pueblo oprimido.

Era necesario tal despojo de ti para que así, totalmente vacío - hasta de tu divina persona - , fueses recipiente idóneo del inmenso Amor del Padre hacia nosotros; y poder beberlo, sin que ya nada ni nadie pueda entorpecerlo, eternamente de Ti.


¡Llegaré, Señor, a siquiera desear entregarme, cuanto menos a los míos, de tal manera!


V/       Señor, pequé
R/       Ten piedad y misericordia de mí

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